Le
debo un artículo a Paco Valladares desde hace
mil poemas. Desde que grabó con su voz el
recitado impagable de la poesía popular en el
disco que acompaña a mi antología de, «Rapsodia
Española». Esos versos que están en la memoria
de todos, del Piyayo a La Chata, cobran en la
voz de Paco Valladares su verdadero eco: eco de
pueblo. El gran actor Paco Valladares es de
pueblo, y a mucha honra, y no lo disimula, ¿pasa
algo? Andalucía está llena de catetos que tratan
de disimularlo, peligrosísimos, como Chaves. Y
brillan poco los gloriosos catetos que proclaman
con orgullo su cuna. Valladares es de este
grupo. El mismo de Juan Ramón Jiménez, un cateto
de Moguer que nunca se avergonzó de serlo, de
ahí la grandeza universal una historia de pueblo
como «Platero y yo».
Paco Valladares es
un glorioso cateto de Pilas, que aunque ande por
todos los escenarios y platós de la tierra,
nunca ha renunciado a sus raíces ni ocultado su
origen. Cada vez que puede, cada lunes de
descanso de la compañía, coge y se viene a
Pilas. A la universal Pilas. Ya saben ustedes
que Pilas no es Pilas. Me ha dicho otro
Valladares, Juan Valladares, el de las
sevillanas, que es Piladelphia. Como Huévar no
es Huévar, que me ha dicho don Antonio Martín el
párroco que es Hueva York. La Vieja Inglaterra
del poniente de la provincia de Sevilla, pueblos
emprendedores y productivos, llenos de
actividad, de mercadonas y de tortas de Inés
Rosales.
A Paco Valladares
le han encargado el Pregón de la Semana Santa de
Pilas, lo que me parece de perlas. Nuestra
Semana Santa es un espectáculo dramático
colectivo de tal fuerza y capacidad de expresión
en la representación popular de la Pasión de
Cristo que está muy bien que los atriles vengan
pidiendo actores. Como en Pilas han nombrado a
Paco Valladares, en Sevilla ya están pregonando
de pregonera a María Galiana, tras sus dos
orejas y rabo en el «Elogio de la Semana Santa»
con que le pegó un pellizco en el alma a todo el
auditorio de la entrega del Llamador de Canal
Sur Radio. Como Paco Valladares diga el pregón
de Pilas nada más que la mitad de bien que su
recitado de «La Chata en los toros», hasta puede
que le quite a María Galiana el futuro atril de
Sevilla. Con la particularidad de que por el
precio de un pregón de Semana Santa dará Paco
Valladares en Pilas también un Pregón de
Resurrección, que es la gran fiesta de los
mitrados que no tienen ni idea de cofradías...y
de Pilas, donde ese Domingo son Las Carreritas.
Ya saben, el paso de la Virgen de Belén con sus
costaleros corriendo que se las pelan al
encuentro de otros que también tajelan lo suyo,
los que portan el paso de su Hijo. Si en muchos
sitios el arte de los pasos es Sagrada
Halterofilia (Levantamiento de Pasos, que no de
pesos), en Pilas tienen el divino deporte de los
Cien Metros Trabajadera. Las contradicciones
andaluzas. En Sevilla ordenan los capataces: «No
correr». Y en Pilas, por el contrario: «A ver si
corréis más que el año pasado, valientes».
Paco Valladares
es, pues, esa raya en el agua de la profecía
(como el poema de Rafael de León que borda
recitándolo) en su tierra. Dará el pregón de
Pilas y ya tiene una calle. Se la pusieron hace
ya años, por llevar la honra pileña por España.
En el expurgo de los callejeros de la dictadura,
le quitaron la calle a Ruiz de Alda, y se la
pusieron a Valladares. En el pleno que lo
aprobó, hubo concejal que se opuso. No a que le
pusieran la calle a Valladares, sino a que se la
quitaran al aviador del vuelo triunfal del «Plus
Ultra», fundador de la Falange. A lo que el
alcalde replicó con una filosofía pileña honda,
honda, honda. Dijo:
-¿Y ese Ruiz de
Alda es de Pilas o algo, para que tenga aquí una
calle?
Ooooole. Ole que
también se dio, con el mismo Ruiz de Alda, en
Cádiz, cuando le quitaron la calle y le pusieron
de nombre «Parlamento». Y a uno que, como el
derechoso concejal pileño, mostraba su
extrañeza, le replicó un gaditano con toda la
gracia:
-Quillo, ¿pero tú
no ves que eso de Ruiz de Alda era un mote que
le tenían puesto a esa calle?