TAL 
                                  como ocurre desde el reinado de Carlos III, 
                                  este año también se ha repetido, pero con 
                                  escasa repercusión mediática, la vieja 
                                  tradición española liberar a un preso por 
                                  Semana Santa. Conocen la escena. Noche de 
                                  roncos tambores y claros clarines. Cofradía 
                                  con las imágenes en sus pasos. Delante de un 
                                  Cristo flagelado o una Virgen llorosa, un 
                                  preso que avanza en el cortejo penitente, 
                                  vestido con túnica nazarena, su cabeza 
                                  cubierta con un antifaz sin capirote, quizá 
                                  con sus manos atadas, como en recordación del 
                                  prendimiento de Jesús. Y tras el rataplán 
                                  solemne de los tambores, alguien que lee un 
                                  pergamino, que pronuncia una ritual frase 
                                  antigua, y el preso queda liberado.
                                
                                  Sé por qué este 
                                  año ha tenido tan escasa repercusión mediática 
                                  la ritual liberación cofradiera de un preso. 
                                  Ya no es noticia que se libere a un preso por 
                                  privilegio de Carlos III. Larra decía que todo 
                                  el año es Carnaval, y a efectos de la 
                                  rendición del Estado ante los terroristas 
                                  condenados por asesinato, todo el año es 
                                  Semana Santa. Zapatero ha llegado mucho más 
                                  lejos que Carlos III, y sin necesidad de 
                                  procesión alguna. Carlos III liberaba a un 
                                  solo preso, y el Jueves Santo. ZP los 
                                  excarcela a manojitos, cada lunes y cada 
                                  martes. El hermano mayor de la Cofradía de la 
                                  Rendición del Estado es el fiscal general, que 
                                  aplica profusamente los privilegios 
                                  excarcelatorios sin necesidad de que sea 
                                  Semana Santa.
                                
                                  A ver, que me 
                                  digan a mí: ¿qué cofradía española, de la 
                                  profunda Castilla penitente o de la riente 
                                  Andalucía de las saetas, ha conseguido liberar 
                                  a un preso con veinticinco crímenes a sus 
                                  espaldas, que tenía pedida además otra pena de 
                                  96 años? Desde Carlos III acá, nunca se había 
                                  concedido tal privilegio en la tradicional 
                                  liberación del preso. Soltaban las cadenas a 
                                  un pobre hombre que había robado unas 
                                  gallinas, al oficinista que había hecho un 
                                  desfalco con un cheque, al que había estafado 
                                  a un cateto con el tocomocho. Al cambio, nada 
                                  con tambores y cornetas. Por el contrario ZP, 
                                  con su ya tradicional ceremonia de liberación 
                                  de los presos etarras, ahí lo tienen al tío: 
                                  ¿privilegios de Carlos III a mí? Sin cofradía, 
                                  sin Semana Santa, sin ponerle túnica nazarena 
                                  alguna, ZP ha concedido el privilegio de que 
                                  el Juana Chaos esté ya en su tierra y con su 
                                  gente, en prisión atenuada, con arrumacos de 
                                  la novia y buen caldo.
                                
                                  En cuanto a 
                                  Otegui, ni te cuento. Precisamente en estos 
                                  pasados días de Semana Santa, el hermano mayor 
                                  de la cofradía de la Rendición, digo, el 
                                  fiscal general del Estado, ha celebrado la 
                                  ceremonia de la liberación número no sé 
                                  cuántos ya de Otegui, diciendo que no hizo ni 
                                  mucho menos enaltecimiento del terrorismo en 
                                  su habitual ceremonia apologética de la ETA. 
                                  La tradición excarceladora con Otegui es muy 
                                  curiosa. Según los privilegios liberadores de 
                                  la Semana Santa, se ponía en libertad a un 
                                  solo preso y una sola vez. A Otegui lo han 
                                  puesto ya en libertad una cantidad de veces 
                                  que yo hasta he perdido la cuenta. Es como si 
                                  en Málaga, un poner, la Cofradía de Jesús el 
                                  Rico, liberara el Miércoles Santo de cada año 
                                  al mismo preso, y por una causa distinta. 
                                  Punto el de la tradición liberadora en el que 
                                  este año se ha producido en Málaga una novedad 
                                  muy reveladora. Esa ceremonia ritual que se 
                                  celebra cuando hace su aparición por la calle 
                                  Alcazabilla el trono de la Virgen del Amor 
                                  tiene detrás, como todo lo español, una 
                                  barbaridad de papeleo. Instituciones 
                                  Penitenciarias, sí la dirección general de la 
                                  Gallizo, ojú, interviene lo suyo para aplicar 
                                  a un preso los mismos beneficios que al Juana 
                                  Chaos o al Otegui, o sea, las patitas en la 
                                  calle. Hasta ahora liberaban a presos 
                                  condenados por delitos de robo, lesiones o 
                                  apropiación indebida. Este año no. Este año 
                                  han liberado a un preso por delitos de sangre, 
                                  a un jubilado de 66 años condenado a cuatro 
                                  años y medio de prisión por un delito de 
                                  tentativa de homicidio, al que le quedaban por 
                                  cumplir dos años de cárcel. ¿Captan el matiz, 
                                  no? De modo que pienso que a ese preso de 
                                  Málaga no le han aplicado el privilegio de 
                                  Carlos III, sino el pasemisí, pasemisá que se 
                                  gastan con los asesinos de la ETA. Que eso sí 
                                  que es tradicional ya, ay, yayayay de la 
                                  triste saeta de la rendición del Estado.