COMO
antes José y Rafael Gómez Ortega, ahora
Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez. Como antes
la Esperanza de la Macarena de José, ahora la
Esperanza de Triana de Francisco. Nada más
torero que las colleras de hermanos. Y estos
Riveras, estos nietos de mi venerado Antonio
Ordóñez, del soleano Antonio Ordóñez, están
haciendo que ponga en hora el reloj de mi
afición.
Hablando de
relojes: Curro y Paula paraban los relojes.
Cayetano y Francisco, los anuncian. Anuncian los
relojes y lo que haga falta anunciar. Siendo
Antonio Ordóñez lo que fue en el toreo, nunca
anunció nada. No digo ya la ropa de Armani: ni
las gabardinas de Pedro Roldán. Bueno, sí,
anunció siempre que empezábamos a recibir una
lección de supremo magisterio torero nada más
que se abría de capa, con una pierna genuflexa
en el albero, ¿le parece a usted poco anunciar?
Pero sus nietos anuncian lo que se tercie. Igual
que antes había hombres-anuncio que iban por la
calle Sierpes como loncha de chopepó en bocata,
emparedados entre dos cartelones al pecho y a la
espalda, ahora tenemos los toreros-anuncio. Si
Dios no lo remedia, pronto llevarán anuncios en
el vestido de torear, en el capote, en la
muleta, como los futbolistas del Betis, que
hasta llevan en la popa el anuncio del aceite de
Juan Ramón Guillén. No quiero ni pensar que a
estos publitoreros les dé por lucir el anuncio
del aceite de Guillén en el mismísimo paquete.
Pero no sé cómo
homenajear a los mediáticos y galácticos
hermanos Rivera, porque gracias a ellos, de
tanto anunciar relojes, estoy poniendo en hora
mi afición a los toros, de acuerdo con lo
económicamente correcto de los nuevos aires de
la Fiesta. La otra noche, en la Taberna del
Alabardero, aprendí más de toros que leyendo un
apéndice entero de actualizaciones del Cossío.
Entregaban los galardones taurinos de la
tertulia que preside Jaime Pablo-Romero y que
con los hermanos García Caviedes integran tan
buenos aficionados que premian a un toro de
vacas y a una lidia completa, no una pinturería.
Premiaron ese cartel de ensueño sevillano que
nunca se volverá a repetir: Curro Romero, Paco
Camino y Diego Puerta. Y don Francisco Romero,
siendo el Faraón, fue personalmente a recoger su
premio. Y Camino, chungo, mandó a su hermana. Y
Puerta, enfermo, a su hijo. Y llegó el momento
de proclamar el premio concedido a Cayetano. Y
como lo más normal del mundo, la presentadora
dijo por el micrófono, agárrense a la silla y
aguanten la risa por favor:
-Recoge el premio
el fisioterapeuta de Cayetano...
No el apoderado de
Cayetano. No el peón de confianza de Cayetano.
No el picador de Cayetano. No el mozo de espadas
de Cayetano. No el ayuda del mozo de espadas de
Cayetano. No el chófer del cochecuadrillas de
Cayetano. No. Nada de eso. Apunta, nene, que
éstos son los nuevos usos de la liturgia de la
fiesta... por los cojones: «Recoge el premio el
fisioterapeuta de Cayetano».
Yo ya sabía que
los toreros tienen asesor jurídico. Claro, como
han de torear de acuerdo con la pamplina de 17
reglamentos taurinos distintos según en qué
autonomía esté la plaza donde actúen, es lógico
que lleven una asesor jurídico, y el Aranzadi en
el esportón de los capotes. Mi respetado y
germánico letrado don Joaquín Moeckel, por
ejemplo, es de facto (y de iure) de la cuadrilla
de El Cid. Pero esto del fisioterapeuta es la
gran aportación de Cayetano a la fiesta
nacional. Ya saben: Chicuelo inventó la
chicuelina, Gaona la gaonera, y Cayetano... el
fisioterapeuta, Cuando lo vi debutar en Sevilla
el pasado mes de mayo, me dije: ¿Qué tiene de
especial el toreo de este hombre, que no lo hace
espatarrado, sino relajado, con los gemelos
completamente descargados? ¡Ya está! ¡Tiene
fisioterapeuta! Como el teniente
Guajardo-Fajardo de la Real Maestranza está en
todo, no me extrañaría que en la plaza de los
toros pusieran el burladero de los
fisioterapeutas, como el de los apoderados. Y
nada digo cuando Cayetano incorpore a su
cuadrilla el entrenador personal, que está al
caer. Y me da una idea. Si cuando entreguen el
premio González Ruano estoy chungo de pulmonía
doble y no puedo acudir, mandaré a recogerlo a
mi fisioterapeuta.