ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de diciembre de 2018
                               
 

Las tortas inglesas de Carmona

Si "Gurmé" de ABC ha publicado sobre la hispalense hostelería el muy recomendable libro "La década prodigiosa en Sevilla: los años que cocinamos peligrosamente", aquí en el Recuadro, a lo tonto, a lo tonto, nos está saliendo por entregas otra obra sobre nuestra repostería, que podríamos titular "Los siglos prodigiosos: las centurias en que hicimos dulces tradicionalmente". Lo digo porque recordarán que el otro día escribíamos sobre las tortas de Castilleja y las de Alcalá de Guadaira. Y un gran restaurador sevillano, Enrique Becerra, nos hace ver que nos olvidamos de otras tortas importantísimas, aunque de otro corte: las tortas inglesas de Carmona, Estrella de Vandalia. Nos pega Becerra un tirón de orejas y cariñosamente nos dice: "Enhorabuena por su recuadro "torteril", pero se ha dejado usted atrás otra torta de la provincia (muy diferente a las otras, eso sí): la torta inglesa de Carmona; base de bizcocho, relleno de cidra y tapadera muy fina de hoja muy tostada, todo ello cubierto con azúcar glass y ocho rayas de canela cruzadas recordando la Union Jack, la bandera británica".

Si la historia de las tortas de Inés Rosales que salvaron la vida a un empleado del Banco Hispano en Morón tiene un libro de Eslava Galán, la de la torta inglesa de Carmona tiene, de momento, el presente artículo, por la curiosa leyenda de su origen. La torta inglesa de Carmona está identificada con la figura del arqueólogo inglés (aunque nacido en Francia) George Edward Bonsor, a quien no gustaba que le llamaran George, sino Jorge, del mismo modo que George Borrow fue "Don Jorgito el de las Biblias" en Triana. Bonsor (1855-1930) fue un gran conocedor de antigüedades, pintor, arqueólogo, historiador y ceramólogo. Se estableció en Carmona, donde se inició como arqueólogo privado y fue nombrado hijo predilecto poco antes de su posterior fallecimiento en Mairena del Alcor, donde adquirió el castillo para habilitarlo como vivienda propia. Bonsor fue un gran defensor del mantenimiento de los yacimientos arqueológicos y precursor de la Arqueología moderna en España. Descubrió numerosos yacimientos en Andalucía, como la necrópolis y el anfiteatro de Carmona, entre otros, y excavó Baelo Claudia en Bolonia (Cádiz).

A Jorge Bonsor en Carmona lo conocían como "el pintor inglés" y cuenta la leyenda que es el autor de la torta inglesa, cuyo origen dicen se remonta a finales del XIX, en los años 1882-1885 aproximadamente. Aseguran que Bonsor, entre excavación en la Necrópolis y excavación en Los Alcores, aprovechaba cualquier oportunidad para ir a La Cana, la pastelería carmonense más famosa de la época, en la plaza de San Fernando, en la que se preparaban muchos dulces de influencia árabe. La Cana, apodo de la mujer que regentaba el negocio, estableció una estrecha relación de amistad con el cultísimo arqueólogo inglés, quien le sugirió el pastel ya descrito por Becerra, la torta con base de bizcocho, hojaldre, azúcar glass, canela y cabello de ángel. Y le gustó tanto que no había día que el arqueólogo no mandara por una a su criada, por lo que en la confitería empezaron a llamar al dulce "la torta del inglés", que pronto comenzaron también a hacer en su obrador las monjas del Convento de Santa Clara. Otra versión asegura que no fue Bonsor quien le dio la receta a La Cana, sino que la dulcera carmonense ya la hacía con una vieja fórmula "de tiempo de los moros", y que el arqueólogo inglés se prendó de la delicia, aficionándose a ella hasta el punto de que la sacó de pila como la conocemos hoy en día: torta inglesa. Pero hay quien sostiene que todo esto es una falsa leyenda, sin fundamento ninguno. Que, de hecho, Bonsor nunca llegó a comprar dulces en Carmona y en sus detallados cuadernos con anotaciones de gastos no había referencia ninguna a la pastelería. Y que ni siquiera tenía criada para mandarla todos los días a la dulcería de La Cana en la plaza de San Fernando a por una torta inglesa. No me negarán, empero, que la leyenda es tan deliciosa como las propias tortas inglesas de Carmona. Anda que no. No ni ná.

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