Pues entre la hermosa letra de Pemán para la Marcha Real y el "lo lo, lo lo" con que se canta en los partidos internacionales que juega España, hemos caído en la cuenta de que Sevilla no tiene himno, al contrario de lo que ocurrir suele en la propia ciudad, que casi todo lo tiene. Tienen himno muchas cosas de Sevilla, pero no la ciudad misma. Tiene himno el Sevilla F.C., tan vibrante que nos gusta incluso a los que somos de otros colores. Tiene himnos, y varios, nuestro Glorioso Betis, entre ellos el de nuestro siempre recordado Rafa Serna, óle, óle, óle, óle Betis olé, y óle tú, Rafa que estás en los cielos y que lo compusiste. Tiene himno la Hermandad de la Macarena, escrito por Caro Romero con cera de cirio verde y estribillo de repeluco: "La Virgen de la Esperanza,/entre Rosario y Sentencia,/bajó del cielo a Sevilla/para hacerse Macarena". Tiene himno, a modo de salve, escrita por Manolo Garrido, la Hermandad de la Esperanza de Triana, que confirma la Divina Capitanía Marinera de la Morena de la calle Larga. Tienen himno los colegios. Los que fuimos antiguos alumnos de Portaceli hasta tenemos dos, ¿verdad, querido cura Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp? El himno del colegio, emocionante cuando dice que "bajo tu manto sagrado/ mi madre aquí me dejó", y el himno de la Compañía, casi csstrense como el santo de Loyola: "Fundador, sois, Ignacio y general"...
Por himnos no queda la cosa en Sevilla. Menos con la ciudad misma. Que tiene bandera, pero no himno. Me lo ha hecho recordar, aparte del acertadísimo error de Nápoles, de cantar la Marcha Real con la muy lírica letra de Pemán, el hecho del que pasa por himno oficioso de la Semana Santa el que los rancios seguimos llamando "Amargura" en singular y que acaba de cumplir 100 años. Es curioso. Tiene himno la Semana Santa, pero no la ciudad que la celebra. Himno sin letra, como está mandado. Hombre, estaría bonito que cuando tocan "Amargura" en el Pregón el público se pusiera a tararear, como en los partidos de fútbol la Marcha Real: "Naó, naó, nananá..." Y el caso es que "Amargura" es himno de la Semana Santa no por decisión del Consejo de Cofradías, ni de la Delegación de Fiestas Mayores, ni del pleno del Ayuntamiento, sino de un asturiano, cual era el maestro don Pedro Braña, director de la Banda Municipal, autor de esa "Coronación de la Macarena" que es, en sí, casi otro himno, de grandioso y solemne. Así lo dejó dicho Braña en unos papeles que ahora se han encontrado. Para que luego hablen del localismo y del ombliguismo sevillanos. Así que la Feria nos la inventaron un vasco y un catalán, "muy sosos" según dijo el genial Albert Boadella al recibir su Caseta de Oro en la de Beatriz Valdenebro. El diseño de la caseta y la pañoleta de su fachada nos la inventó un gibraltareño, el pintor don Gustavo Bacarisas. Y a "Amargura" la declaró Himno de la Semana Santa un asturiano como el maestro Braña, que cumplió su promesa de sevillanidad de componer para la ciudad una nueva marcha de Semana Santa cada primavera.
¿Pues saben una cosa? Que Sevilla no necesita himno. Ni los oficiosos de "Sevilla tiene un color especial", ni "Sevilla" de Albénìz que a veces funciona como tal, ni el pasodoble "La Giralda", de Juarranz (1889). Ahora, que para himnos sevillanos, el divertidísimo de la caseta "Los Duendes de Sevilla" (Joselito el Gallo, 82), que fundaron en 1946 José Muriel, Antonio Ligenfer y Camacho «El de la Bicicleta». Es una caseta con himno propio que los socios entonan el «Lunes del Pescaíto», cuya letra explica su nombre, tomado de una obra de los Álvarez Quintero: «Es de España la alegría/ esta tierra sevillana,/ por su sol, su simpatía/ y su gracia soberana./ El que no haya visitado/ a Sevilla en primavera/ es un pobre desgraciao/ que no importa que se muera./ Si Sevilla tiene duendes/ que en el alma hacen cosquillas,/ nosotros somos los duendes,/ ¡los duendes de Sevilla!"». Al modo de Pedro Braña, yo lo adoptaría al menos como Himno Oficioso de la Feria. Himno con duende sevillano sí que es. Y el que no lo sepa cantar, que se mueran los feos.
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