Las familiares, inevitables, golosas y machadianas moscas han
invadido los hoteles de El Ejido y de todo el Poniente de Almería. Y los empresarios
hoteleros, que no son nada ecologistas y mucho menos líricos, se han puesto a hacer lo
que siempre hacen: protestar. Los empresarios de hostelería protestan por todo: por el
caos aéreo, por el asfalto que falta en la Autovía del 92 a causa de los maletines que
se llevaron... Cuando no protestan es cuando están hasta la corcha de turistas. Y de
moscas. Entonces, protestan contra las moscas.
Qué cortedad de miras. Estamos en un mundo verde y
ecologista. Todas las especies animales están protegidas. Así que no sé a qué viene
esta inquina contra la mosca. Prohibieron el DDT de la canción publicitaria de los años
50:" DDT Chas, DDT Chas,/ no hay quien te aguante,/ tú, como el gas,/ la muerte das/
en un instante..." Pero inventaron cien mil matabichos perfectamente ecológicos y
respetuosos con el agujero de ozono. Y yo me pregunto: ¿qué tiene la almeja chocha que
no tenga la mosca? ¿Qué tiene el pato malvasía que no tenga la mosca? ¿Por qué la
Junta protege la almeja chocha, y el pato malvasía, y el lince marismeño, y permite que
a las machadianas moscas las maten, y que los hoteleros almerienses digan que no hay
derecho, que es lo que siempre dicen los hoteleros?
Las asociaciones protectoras de animales han tenido siempre
muy abandonada a la mosca: ahí te pudras. Aquí, que hay asociaciones protectoras de todo
bicho viviente, aún no se ha creado la APROMOSCAN, la Asociación Protectora de la Mosca
Andaluza. Y ha sido por puro azar que las moscas hayan conseguido sus grandes conquistas,
porque igual que existen derechos humanos, tiene que haber derechos animales. Las moscas
se han librado del matamoscas, cuya venta deberían prohibir en las tiendas de los veinte
duros, que es donde quedan. No hay instrumento más cruel que el matamoscas, que las
aplasta, zas, qué asco... Y se han librado también de las terribles serpentinas gomosas,
como lirias, que se enrollaban en torno al cordón de la luz de la bombilla de la cocina y
que eran como un homenaje a los fabulistas, pues todas quedaban presas de patas en él.
Pero hay, ay, cienes y cienes de matabichos varios y de amplio espectro, que sirven ora
para las cucarachas, ora para los mosquitos, ora para las familiares, machadianas,
hispánicas y cojoneras moscas.
Lo que tienen que hacer los hoteleros de El Ejido es
protestar menos y aprovechar la mosca como aliciente turístico. ¿No van los turistas a
ver ciervos en Cazorla, linces en Doñana, alcaravanes en Arcos? Constituyan en El Ejido
la Reserva Natural de Moscas y se le pondrá aquello de turistas así. Como ya no hay
moscas en ningún sitio, irán como moscas a ver las moscas. Los niños no conocen ya las
moscas. Tendrán que quitarse los turistas como moscas. Pepenuñez, que tiene olfato para
estos recursos, apoyará la idea. Porque la mosca va siendo un bien escaso, a pesar de lo
que tiene de símbolo hispano. Hemos construido unas ciudades asépticas, higiénicas,
ecológicas. Sin moscas. Por eso hago ahora como Quiñones, aquel viejo periodista
coriano, de quien se contaba en la Asociación de la Prensa que cuando lo llevó el
alcalde de Constantina a que hiciera propaganda del veraneo en el pueblo, arrancó el
hombre su publirreportaje de "La Hoja del Lunes" diciendo: "¡Qué alamedas
más bonitas! ¡Qué moscas más pertinaces!"