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Escrivá
es Josemaría Escrivá de Balaguer, que nació tal día como
hoy, hace un siglo. Escribo su nombre como lo ponen sus
partidarios, para hacerles ver que ese fue su primer error:
ponerse de nombre Josemaría todo junto. Como comprenderán
ustedes, es inadmisible que alguien se llame Josemaría y que
encima le nombren como tal. Hombre, si por lo menos fuera Gorka,
o Jordi, o Vieito...
A pesar de llamarse Josemaría, el Papa lo va a hacer santo.
Sin tener en cuenta otro gravísimo error de Escrivá, que fue
fundar el Opus Dei en vez de una ONG, que es lo que tenía que
haber fundado y dejarse de cuentos de espiritualidad y de
salvación del alma. Una ONG es lo único política, social y
culturalmente correcto. Si Escrivá hubiera fundado el hombre su
ONG de reglamento, ahora, en vez de tantas protestas y
cachondeítos en La Condomina, recibiría los mismos honores que
Rigoberta Menchú por lo menos, y quién sabe si hasta le
hubieran dado el Nobel de la Paz, como a Pérez Esquivel. Con
razón protestan por la canonización. ¿No van a protestar?
¿Cómo puede fundarse algo de tipo espiritual y filantrópico
sin presumir de no gubernamental, subvenciones al margen? La
osadía de este cura no tenía límites. ¿Pues no qué
extendió su obra por todo el orbe, especialmente por el Tercer
Mundo africano y sudamericano, sin tener el cuidado de ponerle a
lo suyo Católicos Sin Fronteras y encima sin decir ni una
palabra de la solidaridad, sino de esa antigüedad de la
caridad? Pero es que, además, en su infinita capacidad de
persistencia en el error, se dedicó a asuntos tan
políticamente incorrectos como buscar la santificación del
mundo y predicar la fe en Dios. Hombre, si por lo menos hubiera
sido como Penélope Cruz, que es partidaria de Buda...
Otro error de Escrivá fue tener éxito. Habiendo empezado su
Obra poco menos que con una peña de amiguetes, ahora está
extendida por todo el mundo. Que un español triunfe en el mundo
es, como saben, osadía peligrosísima, que pocas veces se
perdona, salvo que el exitoso se llame Plácido Domingo, Julio
Iglesias o Antonio Banderas. Como fue un error lo que le decía
a la gente, que se esforzara por alcanzar la perfección,
precisamente en esta tierra de la chapuza y del "todo
vale". Pero su máximo error fue lo de la santificación
por el trabajo. ¿A quien se le ocurre decir que el trabajo lo
hace a uno santo, en una tierra donde quien más y quien menos
aspira a no doblarla y a vivir como un marqués sin dar ni
golpe?
No me extrañan, pues, las generalizadas protestas y sornas
contra la canonización de Escrivá de Balaguer. En España dice
el artículo 14 de la Constitución que no puede prevalecer
discriminación alguna por razón de religión... salvo que se
sea del Opus Dei. Que entonces, leña al mono.
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