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Tengo
que mirar la próxima encuesta sobre población activa y empleo
femenino, a ver si viene una nueva ocupación de la mujer,
rentabilísima: profesional de los malos tratos. Unos malos
tratos pueden generar en el mercado televisivo pingües rentas,
puestos a plazo fijo. Hay mujeres a las que el marido, en la
separación, les dejó un cortijito por la parte de Extremadura
y otras a las que le dejó una bofetada o una pistola en la
cabeza. Según los cálculos más pesimistas, una bofetada
(sobre todo si hubo luego foto con ojo morado) o una pistola en
la cabeza (sobre si fue más de un cuarto de hora) rentan mucho
más que un cortijo en Extremadura, y además no hay la más
remota posibilidad de que Rodríguez Ibarra se saque un impuesto
de la manga para crujirte los beneficios.
Una ola de pavor se extiende entre los novios, entre los
maridos, entre los amantes. Jesús Quintero me decía:
-- Hace dos noches que no pego ojo, Antonio. Porque una vez,
le pegué una bofetada a una novia que yo tenía en San Juan del
Puerto. Tengo el sueño perdido. ¿Mira que si está mal de
dinero y le da por ir a una televisión a contarlo?
Lo que más me gusta de los malos tratos son los efectos
retroactivos. La Justicia en España es lenta, pero nunca como
estas denuncias de malos tratos. Cuanto más tiempo haga que le
pusieron el ojo morado a la profesional de los malos tratos,
más morbo tiene y más cobra. Todo a causa de los niños,
naturalmente:
---Es que no quería que se enteraran mis hijos. Ahora que ya
son mayores puedo contarlo...
Las profesionales de los malos tratos merecen la Gran Cruz de
San Raimundo de Peñafort. Han alterado el Derecho. En los malos
tratos, no hay prescripción del delito que valga. Los
tribunales populares de la madrugada televisiva no conocen la
prescripción. En el pueblo donde vivo, donde hay un Góngora de
guardia en cada esquina para hacer la metáfora de urgencia que
acabe con el cuadro y un Gracián de plantilla para resumir en
brevedad todo lo bueno, he oído decir cuando una de estas
victimistas profesionales de los malos tratos salía por quinta
vez en una televisión explicando su ojo morado, previo pago de
su importe:
-- Hija, qué bofetada más bien administrada...
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