|
La
reventa es una institución andaluza como otra cualquiera, como
el Tribunal Superior de Justicia o como la Oficina del Defensor
del Pueblo, como la Federación de Peñas Flamencas o como los
Premios de la Crítica Literaria que dan a los hermanos por
colleras, que no decaiga la tradición de la tierra. Tras los
hermanos Bécquer, y los hermanos Machado, y los hermanos
Alvarez Quintero, y los hermanos Cuevas, y los hermanos
Murciano, y los hermanos Guerra, los hermanos Talens. Para que
luego digan que la institución andaluza de Mienmano está en
declive.
Pero estábamos con la reventa. Yo conocía la reventa
institucional. Y digo institucional porque muchas veces es una
reventa promovida desde arriba, como se ha hartado de denunciar
en estas páginas José
Antonio Gómez Marín. Me refiero a la reventa de entradas
de los toros, la reventa de palcos de Semana Santa, la reventa
de localidades para asistir a la final del concurso del Carnaval
gaditano en el Teatro Falla. La otra noche, en la primera
representación de "La flauta mágica" con el montaje
de Els Comediants de Joan Font en el teatro de la Ópera de
Sevilla, descubrí que hemos inventado otra institución,
justamente la contraria de la reventa, que podríamos llamar la
recompra. En la bullanga de la puerta del teatro, una señora
con un folio a modo de cartel, como los que exhiben los
chóferes de coches con conductor que van a esperar a los
turistas vips en las llegadas de los aeropuertos:
"Compro dos entradas para esta función".
Es la cosa más graciosa que en vida he visto yo. Por mucha
expectación que haya habido por una corrida de toros, nunca vi
en la Puerta del Príncipe de la Maestranza o en la puerta
grande de la plaza de Jerez a un aficionado con un cartel así:
"Compro dos tendidos para esta corrida".
Ese cartel y la propia existencia de la recompra demuestra
cómo nos equivocamos hasta el corvejón o incluso un poquito
más arriba del corvejón lo que creímos, y así lo escribimos
en su día, que la ópera en Sevilla iba a ser un fracaso,
porque aquí no había afición más que a los toros, al
fútbol, a la feria, a las cofradías y a las sevillanas. El
principio biológico dice que la función crea el órgano, y
también debe de ser a la viceversa. Los órganos crean también
las funciones. A los diez años de tener un teatro estable, en
Sevilla hay ya un público de ópera, como lo hay de toros, de
fútbol, de flamenco o de cornetas y tambores. En Sevilla hay
hasta entendidos en ópera, amigos de la ópera, forofos de
Plácido Domingo, partidarios de Montserrat Caballé. Como hay,
y no se destaca suficientemente, un público para el arte
contemporáneo, para el teatro de vanguardia de La Imperdible,
para las lecturas comentadas en la Casa del Libro. Esta sí que
es de verdad la Sevilla del euro, donde estás en un acto y no
sabes si te encuentras en Sevilla o en Viena, en París o en
Ginebra (la mía, que sea con tónica).
-- O sea, que hay gente pá tó...
Afortunadamente. Prueba de ello es el "no hay
billetes" puesto en el Paseo de Colon, pero no en las
taquillas de la Maestranza, sino del
Maestranza, para las cuatro funciones (con farolillos de Albert
Faura) de "La flauta mágica".
Lo consigno como signo verdadero de la auténtica segunda
modernización, esto de que ya la gente empeñe el colchón no
para ir a los toros, sino para hacerse en la recompra con dos
entradas de la ópera.
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos en la librería virtual de Carrefour Ocio
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|