|  | Las
                vallas que cercan a Sevilla se están convirtiendo en la gran
                metáfora del final de la primavera. Como un tardío azahar de
                alambres, florecen por las calles e inundan la ciudad. Las
                vallas nos están dando un avío horroroso, hay que reconocerlo,
                a los periódicos. ¿Que no hay foto que poner en portada? Foto
                de la valla que te crió. Las vallas están sirviendo de momento para dividir a la
                ciudad en todos los sentidos. Unos se colocan a un lado de la
                valla y otros al otro, y todos las sufrimos. Las vallas hacen
                hablar hasta a las piedras. Me refiero a las piedras del Palacio
                Arzobispal. Cuando esperábamos que hablara de sus
                desnortados coleguillas del Norte y pusiera en ello la misma
                energía y mesura que en su inolvidable homilía del funeral de
                los Jiménez Becerril, mi respetado y querido fray Carlos Amigo
                Vallejo, ese arzobispo con cuya negación de púrpura el
                Vaticano ofende y agravia a la historia de la Iglesia de
                Sevilla, va y se pone a hablar de las vallas. Valla... tela. Se
                ve que fray Carlos lee mucha prensa local, y lo hemos apabullado
                con tanta foto de las vallas y tantos escritos contra las
                vallas, porque él, que estaba deseando largar contra los
                obispos vascos, se ha hecho con la mitra un lío y ha roto a
                hablar sobre las vallas: -- Creo que estamos perdiendo un poco los papeles con tantas
                vallas... Con tantas vallas y con lo que no son las vallas. Tiene usted
                toda la razón, señor arzobispo: estamos todos con los
                papelitos perdidos. O con los papelitos no hallados, que es otra
                forma de perderlos, y mucho más inquietante. Rece al San
                Antonio de la capilla bautismal de la Catedral, don Carlos, a
                ver si nos ayuda a encontrar esos papeles, que tampoco es cosa
                de ir a reclamarlos a la oficina de objetos perdidos de los
                autobuses municipales. Si el arzobispo nunca
                hablara, tendría una explicación que tenga a sus
                archidiocesanos con la fe en un puño y con la duda en la
                punta del boli de poner la equis en la quiniela de los
                porcentajes para la Iglesia en la declaración de la renta. Pero
                este arzobispo que se pronuncia sobre el cambio de sexo, bien
                podría poner en su sitio a los obispos vascos en nombre de los
                sevillanos. Este obispo que pega unos pastoralazos que tiembla
                el misterio sobre el Día de Donante (junio del 2002), sobre los
                sin techo (diciembre del 2001), sobre el tráfico (octubre del
                2001) o sobre las migraciones (septiembre del 2001), bien podía
                habernos confortado a los que creemos en el Gran Poder y en su
                Madre Macarena no digo ya con una exhortación, me hubiera
                conformado con una de sus bien escritas terceras de ABC. Menos mal que a papel perdido, papel hallado. El papel del
                Partido Andalucista contra el terrorismo y contra el separatismo
                asesino (son separatistas y son asesinos). En la mayoritaria
                aprobación parlamentaria de la Ley de Partidos, no ha faltado,
                hombre, menos mal, el voto afirmativo del PA, que se ha dejado
                de tonterías de coqueteos con el PNV. No les oculto que, como
                andaluz, me he alegrado una hartada con ese voto, con ese solo
                voto, para nosotros con mucho más valor que el chaparrón de
                síes del PP y del PSOE. El PA, de esta forma, queda donde debe,
                tras pasados malos entendidos de tibieza en Bruselas ante
                votaciones semejantes. Dándole a la llave del sí, José
            Núñez ha puesto clarísimamente al PA en el sitio que
                nunca debió abandonar en esta materia. Vaya, pues, lo comido por lo servido. Menos mal que los
                papeles perdidos de los que se lamenta el arzobispo los hemos
                encontrado en el andalucista voto hallado de Pepe Nuñez.   Sobre la pastoral de los obispos
                vascos: Credo difícil Obispos de silencio  
 
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