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Fernando
Iwasaki es un peruano que a cualquiera puede parecer que acaba
de sentar plaza de sevillano, en ese banderín de enganche donde
tras el periodo de instrucción y el un, dos, papa y arroz de
cuatro fervorines y cinco vivencias cofrades rimadas, sale uno
estampillado de hispalense provisional y hasta puede acudir a la
academia de transformación para que lo hagan pregonero. De lo
que sea, del pregón de la furgoneta del tapicero mismo, pero
pregonero.
Y aunque tal parezca, no es
así. El limeño Fernando
Iwasaki llegó a Sevilla en pleno Siglo de las Luces, y por
eso alumbra tantas y tan brillantes con sus escrituras. No se lo
digan a nadie, pero Iwasaki llegó con el séquito de su paisano
don Pablo de Olavide, cuando el indiano vino a hacerse cargo de
la Asistencia de Sevilla y de la Superintendencia de las Nuevas
Poblaciones de Sierra Morena. Si lo sé es porque yo entré una
mijita antes, con San Fernando, y lo vi llegar, y cómo el
escritor limeño fue guiando a Olavide por los tortuosos caminos
de la ciudad barroca y advirtiéndole de sus peligros. Con
escaso éxito. Como Iwasaki se conocía la tostada pasada y por
venir, le decía: "Cuídese vuecencia, señor asistente,
que éstos habrán de ser los de los tronchos de Fernando
VII". Olavide no le hizo caso, no se apuntó a cofradía
ninguna y así le fue, que acabó en el Callejón de la
Inquisición, cuando allí ni siquiera ponían menudo en la
esquina de Cuesta.
En
un artículo
genial,
el sabio Iwasaki ha profundizado sobre la sevillanísima voz
"ojana". Ya saben, la ojaneta de la Barqueta, la
ciudad más falsa que los duros de Cobián, que por la cara
halaga con falsía y por la espalda te apuñala. Sostiene
Iwasaki que ojona se escribe con hache, y aparte de la autoridad
de Covarrubias y de Alcalá Venceslada, explica que igual que el
andaluz habla del tigito por el Te Igitur y del sursuncorda
por sursum corda, hojana
viene
de "hosanna".
Viene de las hosannas que con tanta ojana le gritaban a
Jesucristo cuando entraba en Jerusalén por la rampa del
Salvador, en el paso de la Borriquita. Las hosannas eran de
ojana porque a los pocos días, ya ven: crucificadito lo
ponían.
En buen tiempo ha puesto
Iwasaki su era lexicográfica sevillana, porque la cosecha de
"hosannas" con ojana está siendo importante. Ha sido
levantada a repique de Giralda, que para la Sevilla tradicional
es como toque de cornetín de órdenes: "¡Capillitas, a
formar! ¡A elogiar a aquí el Amigo, que lo han hecho cardenal!
¡Ar!" Y ya lo ven. Hay como un concurso de elogios de Fray
Carlos Amigo Vallejo. Un premio de la Montaña, a ver quién
sube más alto y más rápido en el halago. Corren que se las
pelan alcaldes, hermanos mayores con imagen coronada, hermanos
mayores con imagen por coronar, concejales, curas, seglares,
neocatecumenales, kikos, señoras de la Obra, adoradores
nocturnos y diurnos, capillitas, beatones, todos en tropel,
¡hala!, a ver quién dice una gloria bendita más excelsa
acerca de Su Eminencia. Quien hasta ayer parecía que no se
había enterado de nada, y había metido a las mujeres
nazarenas, y vendido San Telmo al partido del aborto, y no se
sabía si estaba con la teología de la liberación o con los
maestrantes, ha dejado de ser todo eso en un instante. Al menos
así llegará a sus oídos. De incienso sevillano, del bueno, de
incienso del Silencio, me lo están poniendo a Su Eminencia
atufado.
Eminentísimo Señor Cardenal:
no se fíe V.E.R. ni de lo que le reprochaban antes ni de lo que
le alaban ahora. Es la "hossanna" de la ojana de
Sevilla. Iwasaki dixit. Se lo advierto con todo cariño al
seguidor de San Francisco, en mi vieja condición de su hermano
lobo particular.
"Hojana
en la tierra", por Fernando Iwasaki
Un documentado artículo sobre la palabra andaluza "ojana" (ABC de
Sevilla)
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