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zonas del centro de Sevilla han sido declaradas como saturadas
de bares y restaurantes, y el Ayuntamiento ha dicho:
-- Basta, se acabó lo que se daba, aquí no se
pone ni un bar más...
Al paso que vamos, habrá que declarar todo el
centro de Sevilla como zona saturada de monumentos. Pero no
monumentos en su sentido artístico, edificios históricos o
conjuntos arquitectónicos que marcan el carácter y la imagen de
la cuidad. Me refiero a los monumentos escultóricos, a las
estatuas levantadas en memoria de algún personaje, de un hecho
histórico, de una gesta. Estamos saliendo a una media de dos o
tres monumentos nuevos por año. Y cuando se habla de Comisión de
Monumentos, más que a la que antes cuidaba por la conservación
de edificios históricos nos referimos a la que ahora se ocupa de
poner estatuas. Punto en el cual, lo siento, Huelva lo hace
mucho más dignamente que Sevilla. A la hora de poner los por
otra parte justísimas homenajes estatuarios a Curro Romero y a
Pepe Luis Vázquez, la Comisión de Monumentos tenía que haber ido
a Huelva, a ver cómo es de digno y suntuoso el que levantaron a
El Litri, con glorieta y todo, un monumento de héroe, al fin y
al cabo el torero es un héroe popular de nuestro tiempo. A Pepe
Luis Vázquez lo han puesto frente a la plaza de los toros dando
su pase memorable del cartucho de pescao, pero en un tamaño tan
ridículo que ese cartucho no tiene apenas cuarto y mitad de
pedacitos, cuando se merecía un papelón de por lo menos tres
kilos de pescada y dos kilos de adobo.
Ahora le quieren poner un monumento al que
bauticé como
Trovador de Sevilla, que por
eso Francisco Palacios "El Pali" me llamaba padrino, porque lo
saqué de pila. La Comisión de Monumentos ya ha adoptado la idea,
y estoy seguro que en cuanto hagan bronce de realidad el
monumento a Pastora Imperio y el monumento a la Condesa de
Barcelona se ponen con El Pali. Claro que El Pali se merece un
monumento. En parte, ya lo tiene, que es el azulejo que recuerda
en la calle de la Aduana dónde se sentaba empernacado en su
silla, a esperar que pasara por la puerta de su casa el cadáver
de un amigo, su Cristo de la Buena Muerte camino de su Arco del
Postigo. Pero el monumento mejor que podría tener El Pali no
sería un bronce ni un mármol, sino un libro. Un libro con su
vida, llena de anécdotas, empapada de Sevilla antigua. Un libro
donde se reunieran todas sus coplas, que son como una memoria
vivida de la ciudad y sus sentimientos, cigarreras por la calle
San Fernando, cuadrillas de costaleros en el muelle, peleas en
los corrales de vecinos. Ese libro se está escribiendo. Antonio
Ortega, el estudioso del flamenco que hizo la meritoria
biografía y antología de cantes de El Bizco Amate en el libro
"Voz de canela", con su tiempo, con su dinero, con su ilusión,
con su esfuerzo, está construyendo ese monumento literario al
Pali. Ha llamado a casi todas las puertas editoriales de Sevilla
para tener un compromiso firme de edición y recibir un anticipo
con el que costear, por lo menos, los folios donde está
recopilando la vida y la obra de Palacios. Nadie lo ha ayudado,
Ha recurrido incluso al Centro Andaluz de Flamenco, donde le han
dicho que sólo pueden comprar, en su día, un lote de libros,
cuando esté ya impreso.
Como la Comisión de Monumentos remata
felizmente todos los homenajes que aborda, ahí tienen materia
para poder levantar la mejor estatua al Pali. Una estatua de
papel, hecha con amor y con rigor, donde esté el prodigio de su
vida y el portento de sus coplas. Que hoy son monumento vivo en
la memoria de Sevilla, pero que deben quedar escritas para que
nunca se olviden.
El Pali, en El RedCuadro: