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Los
almanaques se nos van llenando de fechas negras, para
recordarlas y no olvidarlas. Una letra y un número pasan a ser
símbolos de un horror que quisiéramos que no hubiera ocurrido.
Por decirlo en palabra-símbolo de este nuevo día negro, una
infamia. A nadie hay que explicar qué año fue y qué ocurrió el
11-S. O el 23-F. También hay otras fechas en los almanaques
colectivos que representan lo contrario, los misterios gozosos
de la Historia. A ningún andaluz hay que explicar qué ocurrió el
4-D o el 28-F.
En el almanaque perpetuo de gozos y sombras,
ahora, el 11-M. Con M de Madrid y 11 de Torres Gemelas. En unas
horas, esta M de Madrid del 11-M ha sido como el reverso de la
vieja moneda andaluza del 4-D y del 28-F. Madrid ha dejado de
aparecer ante los andaluces como culpable y se nos ha presentado
trágicamente como víctima. En aquel 4-D o en aquel 28-F, Madrid
nos fue presentado como el gran culpable de todo lo malo que le
ocurría a Andalucía. De nuestro atraso, de la postración de
nuestra agricultura, de lo que entonces era nuestro problema de
inmigración, de las carencias sanitarias y educativas, de la
falta de industrialización, de la utilización folklorizante de
nuestros símbolos culturales, de todo tenía la culpa Madrid. No
los gobiernos de Madrid, no los grupos de presión radicados en
Madrid, no los intereses económicos manejados desde Madrid, no:
Madrid propiamente dicho era el culpable. Y no sólo entonces, en
el 4-D y en el 28-F. Ahora también. Madrid es palabra que no se
les cae de la boca a los dirigentes de la Junta en cuanto buscan
su habitual campo de confrontación, para usar el ente autonómico
como partido de la oposición al gobierno central. Hasta en el
fútbol. De lo mal que vayan los equipos andaluces siempre tiene
la culpa Madrid. El Real Madrid.
Y en esta otra cara de la vieja moneda del
agravio comparativo, ahora hemos conocido, sangre, muerte, dolor
y también solidaridad y entrega, al Madrid real. Que no es el
Madrid de los Ministerios ni de la Moncloa, de las sedes de los
partidos ni de las presidencias de los bancos. Es el Madrid de
los inmigrantes del corredor del Henares, el Madrid de los
trabajadores que tienen que levantarse a las seis de la mañana
en el cinturón industrial, el Madrid de los nietos de los
emigrantes andaluces de Vallecas y de Coslada que acuden cada
mañana al instituto. Ese Madrid verdadero ha sido golpeado por
la muerte, ha resistido como el símbolo de España que sabe ser
en los momentos históricos. Por una vez, los andaluces no vemos
a Madrid como culpable, sino como víctima. Más o menos como
nosotros mismos.
Elogio de Chaves
Igual que otras veces lo criticamos, esta vez
no nos duelen prendas en elogiar a Chaves por su bote pronto del
11-M. Esta vez no hubo silencio de Chaves, ni aun en las horas
duras del comienzo de la tragedia, cuando el impresentable de
Carod, el socio de sus correligionarios en Cataluña, acababa de
insistir en que alguien con autoridad tiene que sentarse a
dialogar... con los que acababan de poner las bombas en los
trenes. Chaves habló, como máximo representante del Estado que
es en Andalucía, cosa que a menudo se olvida y que incluso
creemos que él mismo no tiene a veces en cuenta, o al menos, con
algunos de sus actos, no la hace valer en su suprema
significación constitucional. E inmediatamente, Chaves reunió en
San Telmo a las fuerzas políticas y a los llamados agentes
sociales, en defensa de una vieja palabra preciosa y amada,
siempre en peligro desde 1812 a la fecha, que pronunció allí
Teófila Martínez con acento gaditano: "Libertad".
Fin de la campaña
Ante tanta muerte, ante tanto dolor, ante
tantos ejemplos de solidaridad civil o de caridad cristiana como
hemos visto en Madrid, queda un consuelo. Los partidos,
unánimemente, decidieron dar por acabada la campaña electoral. Y
nadie, absolutamente nadie, ha echado en falta los mítines que
se quedaron por celebrar. Lo cual, cuando pase toda esta
tragedia y queden detenidos y juzgados sus culpables, dará para
replantearse muchas cosas. ¿No estamos haciendo unas campañas
electorales demasiado largas, demasiado costosas, demasiado
inútiles? ¿No se monta acaso todo el aparato de los líderes en
ruta, de los mítines, de los polideportivos y de los auditorios
pensando únicamente en el "minuto de oro" del telediario de las
9 de la noche en TVE? ¿No es todo un circo que poco influye, o
nada, en la intención de voto y, lo que es peor, en los
porcentajes de participación electoral y en la lucha con el
incivil abstencionismo? Mañana hacia las 8 de la tarde tendremos
un primer avance de la respuesta fiable a estas cuestiones.
Quizá mañana se produzca el "efecto 11-M" sobre las urnas del
14-M y tengamos una de las mayores participaciones electorales
de toda la historia de la democracia española. Mañana puede
ocurrir algo semejante a lo que hubiese ocurrido el 23-F y si
hubiese habido elecciones tres días más tarde de aquel ataque
frontal a la democracia y a las libertades.
Reconversión naval
Muchas cosas fueron suspendidas en Andalucía
el 11-M: conciertos, actos culturales, conferencias, hasta
cultos cofradieros. Cerraron los cines y los teatros. Sin que
nadie los convocara, los andaluces se echaron a la calle como en
las ocasiones históricas. Y hubo un gesto que merece ser
destacado, y nos reconcilia con muchas manifestaciones salvajes,
muchas roturas incívicas de farolas, mucha violencia irracional.
Los trabajadores de los Astilleros de Izar, que tenían
programada protesta, hicieron la "reconversión naval" de
dirigirla contra el terrorismo, en una huelga de tirachinas
caídos, sin tornillazos.
Soto, Alfonso y la selva
Alfonso el del Betis venía de la selva. De "La
selva de los famosos" de Antena 3. De acompañar a su amigo José
Manuel Soto, que apareció allí vestido bien de Cocodrilo Dundee
por sevillanas, bien de Capitán Tapioca, bien de versión safari
del atuendo de los madrileños en la Candelaria del Rocío de
Triana. Alfonso pernoctó en Madrid terminado el programa donde
Soto quedó tercero a pesar de ir perfectamente ataviado con
uniforme de Miguel de la Quadra Salcedo, y se creyó que la salva
había terminado. Se levantó temprano para coger el Ave de las 7
de la mañana y estar en el entrenamiento. Y no sabía Alfonso que
se dejaba atrás, por pocos minutos, en Atocha, la verdadera
selva de los famosos. La selva de los famosos asesinos del
terrorismo. Ni más ni menos que el regreso a la selva, a la
selva inhumana del asesinato colectivo.
Canales inédito
"Andalucía, la que divierte", cantaba Pepe
Suero. Los hechos siguen dando el cante. De los tres finalistas
del citado rebujito de famosos, dos andaluces, el 66 por ciento,
el mentado Soto y Canales Rivera. Más que de Canales, se cumplió
el triste sino de los Rivera. Para una vez que gana usted un
concurso de televisión, torero, que le puede poner en dinero y
en fama, al día siguiente se produce la mayor y más terrible
masacre terrorista de la historia española. ¿Quién habla de
Canales en esta hora, que España, como diría la copla de Rafael
de León, "llora a canales". Lo malo es que se han quedado
inéditas sus ideas sobre la participación en el concurso, tan
válidas: "Esta va a ser una magnífica forma para incidir a
través de la televisión en el mundo taurino y reivindicar la
profesión, más allá de estereotipos arcaicos. El mundo de los
toros tiene que evolucionar y los profesionales, respetando las
tradiciones pero no anclándonos en ellas, debemos abrirnos a la
sociedad para que el mundo de los toros sume y no reste. Debemos
de romper con la imagen de que a los que nos gustan los toros en
plena sociedad del siglo XXI somos unos antiguos o gente rara.
Debemos mostrar que somos personas con una vocación pasional y
nos volcamos en ella en cuerpo y alma".
Antonio Bertomeu
El delegado del Gobierno en Andalucía
informaba de los preparativos de la manifestaciones de anoche y
detrás, con el gesto más serio que nunca, aparecía en la imagen
el jefe superior de Policía, Antonio Bertomeu. No tienen que
explicarnos ese gesto de preocupación. Como ya se ha anunciado,
Bertomeu cesa dentro de unos días en su mando policial andaluz y
se marcha a Madrid, en comisión de servicio como máximo
responsable de seguridad de Renfe. Los que conocemos el inmenso
corazón de este gran policía al servicio de la democracia y de
las libertades nos imaginamos todo lo que Antonio Bertomeu, más
que nadie, estaba sintiendo al conocer los detalles de la
masacre contra los viajeros de Renfe.
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