e
han callado ya todas las voces en torno a la Princesa de
Asturias. El machadiano coro de grillos (y de loros de
Rastrillo) que cantó a la luna por noviembre. Cómo será el astur
silencio, que ni las cotillas a sueldo aplican a la Princesa la
inspección ocular de barriga que emplean con ardor
tocoginecológico en cada tornaboda. El vientre paridor de Reyes
de la Princesa de Asturias da de momento perfil plano, como la
augusta pareja en esta España donde el chau chau de las
maledicencias mediáticas es alimento nacional mucho más
tradicional ya que el gazpacho o la paella.
Nadie se ha dado cuenta de un cambio
importantísimo que ha ocurrido en la Casa Real. Un cambio de
protocolo. Los Príncipes de Asturias emplean el Protocolo María
Dolores Pradera. Sí, el protocolo de "Amarraditos" los dos,
espumas y terciopelo. La Princesa de Asturias ha aplicado como
norma de la Casa (de Su Majestad) la canción con letra de
Margarita Durán y música de Pedro Belisario Pérez. Aunque la
gente los mire con envidia por la calle, murmuren las vecinas,
los amigos y el alcalde, cada vez que el Príncipe de Asturias,
de uniforme o de paisano, en Roma o en Navarra, en San Javier o
en Oviedo, aparece con su pareja, es como si su chica cantara:
"Yo sé que se estilan/ tus ojazos y mi orgullo/ cuando vas de mi
brazo/ por el sol y sin apuro". Pero sin apuro de ninguna clase.
Y no simplemente del brazo. Una señora puede ir del bracete o
como va Doña Leticia de Don Felipe: colgada del brazo, como
pegada con loctite, para que no se le escape. Los andaluces le
decimos a eso arreguincharse. ¿Usted no ve cuando el "Juan
Sebastián Elcano" va a zarpar, trepa la marinería por las
escalas y allí arriba se agarran y aferran a los palos para
soltar el trapo? Pues con mayor ahínco se reguincha aún Doña
Leticia del firme brazo del antiguo guardiamarinas del
buque-escuela.
Traigo a colación el bergantín-goleta porque
en su ronda de entrega de despachos por las Academias Militares,
los Príncipes de Asturias han estado en la muy marinera San
Fernando y allí, cosa rara, han roto el protocolo "Amarraditos"
junto a la sargentada. Iba Doña Letizia con su natural braceo y
no colgada del Príncipe ni como adosada al firme brazo del
heredero. Menos mal que ha quedado el otro nuevo uso
protocolario, bien igualitario. Cuando el Rey se refiere a Doña
Sofía, dice "la Reina". Cuando Marichalar mienta a Doña Elena,
dice "la Infanta". Pero cuando el Príncipe de Asturias cita en
un discurso a Doña Leticia, dice "mi esposa". No dice lo que es,
"la Princesa de Asturias", no: "mi esposa". Esposa, en la Casa
de S.M., no le llamaban hasta ahora ni los policías de la
escolta a cada uno de los grilletes. A mí me emociona lo de
"esposa" por lo igualitario, cani y cañí que es. Si me fuera
permitido el consejo, sugeriría cambiar "mi esposa" por otra
fórmula aun más democrática: "Aquí mi señora". Aquí-mi-señora es
la que va reguinchada del brazo por el amarradito protocolo de
María Dolores Pradera.