Yo me como ahora mi artículo del
"primo", pero Almunia no se come sus palabras de que si no hay casera, se
va...
Igual
que la batraciofagia matinal, o arte de tragarse los sapos, es habilidad gastronómica de
los políticos, los periodistas deberíamos empezar a tomar clases de la papirofagia, la
ciencia y técnica de comernos lo que hemos escrito, que es práctica poco acostumbrada en
España. Yo, por ejemplo, tengo que comerme ahora lo que puse
aquí mismito de Pepe Borrell como el que iba a hacer el primo de las primarias. Mi
problema es que no sé cómo estará mejor el papel de EL MUNDO, si echado cual colita de
langosta en el arroz caldoso de Secundino de Bajo de Guía, si a la andaluza como el
bacalao vasco-gaditano de los hules del Achuri, si con miel mozárabe como el cordero del
Caballo Rojo de Córdoba, o acaso bien picadito en una porra antequerana. Porque el caso
es que tengo que comerme bien masticadito lo que dije del primo de las primarias. El que
al final ha hecho el primo no ha sido Borrell, sino el que iba a salir primero... primero
hacia la puerta del arrastre. El primo en verdad era el candidato del primo de Zumosol.
Y quiero comerme ese artículo para dar
ejemplo, porque principio quieren las cosas. Almunia, por ejemplo, sin comerse lo que dijo
de que "si no hay casera de elección, nos vamos", quiere el tío permanecer en
el machito entonando los mismos fandangos que su señorito González Márquez:
"Aunque me voy no me voy,/ aunque me voy no me ausento,/ que aunque me voy de
palabra,/ me quedo de... todas, todas." Y los periódicos que dijeron de Borrell lo
que largaron y ahora todo lo contrario, también deberían tomar clases de papirofagia. Si
en España aprendiéramos a comernos los papeles como otros se comen los sapos, las cosas
por lo menos serían más limpias y nobles.