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El
uno, escalando el monte no sé cuantos de los Andes peruanos por
la ladera por donde nadie se atrevía, porque resulta que no se
debía. El otro, haciendo espeleología submarina o submarinismo
espeleológico, sin causa justificada, en una cueva profunda
como desvalorización de acción de Telefónica. El de la moto,
por los Gaitanes del Guadalhorce malagueño, haciendo algo más
bien rarito que termina en "ing", no sé si
"puenting" o "rafting". Todos, a estas
horas, los pobres, en el patio de las malvas, con dos cuartas de
jaramagos encima. Y eso, el que ha tenido suerte, que han podido
recuperar su cadáver. Para rescatarlos, los helicópteros de
Protección Civil han gastado litros y litros de gasolina, los
patrulleros de la Guardia Civil han hecho kilómetros y
kilómetros, los socorristas han echado todas las horas
extraordinarias del mundo, mientras había sol y esperanzas de
encontrarlos con vida.
No voy a ser tan villano que pregunte cuánto
nos cuesta el rescate de estos muertos, víctimas de sus propias
locuras deportivas del ocio del verano. Lo que sí digo es que
si usted va por ahí con una pistola en la mano, haciéndose la
ruleta rusa, inmediatamente viene un guardia que, primero, le
quita la pipa y, después, como Dios manda, lo detiene. Por lo
menos por perturbado y perturbante. En cambio, nadie impide que
estos loquitos, carne de catástrofe del telediario, tengan
libre licencia para morir como tengan por conveniente en las
aventuras más absurdas, ora intentando cruzar, verbigracia, el
Atlántico Norte en hidropedal para batir una marca del Libro
Guinness, ora escalando a pelo la fachada de la Sagrada Familia
de Barcelona. Igual que aquello de los experimentos con gaseosa,
tan manoseado y citado, de Eugenio D'Ors, ¿por qué no os
dedicáis, hijos míos, a batir marcas menos arriesgadas y a
juegos que no tengan de penalización la propia muerte cuando se
pierde? ¿Por qué no hacéis una maqueta a escala del Duomo de
Milán con media caja de palillos de dientes o vais andando a
pie cojito desde Madrid al Monasterio de Guadalupe? Pues no.
Cuando alguien se quiere suicidar desde el Viaducto, llaman a
los bomberos para que lo impidan. Cuando alguien se quiere
suicidar en las absurdas locuras deportivas del verano, viene
una marca de ginebra y lo patrocina. Lo "esponsoriza",
que le dicen.
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