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Falta
por allí Tony Leblanc haciéndose el mongolo, con la mano
tonta, mientras le da al cateto que ha soltado la tela un sobre
lleno de recortes de periódicos. Falta Enrique Rubio explicando
a Luis del Olmo el caso. Hablo del más reciente de la Timoteca
Nacional que ha ocurrido en Marbella, donde se ha enriquecido el
catálogo de ingenio y censo de talentos que son siempre los
timos. Jesús Gil, que era hasta ahora bastantes cosas como para
pasar a la galería de personajes del Patio de Monipodio por una
sola cualquiera de ellas, como angelical y rafaelista preso y
condenado o como antonomástico malversador de los públicos
caudales, acaba de inventar un nuevo timo: el de la estatua.
Consiste en que un ruso te dice que te va a regalar la escultura
de un marino, para que la pongas al final de Puerto Banús, al
lado del chiringo de La Pesquera, en plan partido-homenaje de
Moscú a Marbella, y tú vas y pagas doscientos millones de
vellón por la estatua que te han regalado. Pero no en un sobre
con recortes de periódico como los que da en estos casos Tony
Leblanc cuando salen en las películas, sino en forma de
parcelas. Tengo yo que ver el careto de Yuri Luzkkov, el alcalde
de Moscú, y el de Zurab Tseretelli, el escultor de la estatua,
porque seguro que dan el tipo de los que salen con Tony en esas
secuencias de los viejos timos. Como éste quizá, que me sonaba, aunque no lo habíamos
bautizado. Como hemos decretado "Muerte al
Gordo"
(como se llama el coro de Carnaval que
El
Libi le ha sacado en Cádiz), estamos adjudicando a Gil la paternidad de un timo que
se practica mucho en España. En todo caso, Gil es el timado, no
el timador. El sinvergonzón es el ruso que se llevó la tela
por la estatua regalada. El timo de la estatua es algo tan
habitual como cobrar por hacer algo de balde. Lo que se suele
hacer en casi todo lo que en España lleva la etiqueta de
"benéfico". Nada tiene más gastos que un festival
taurino, si es benéfico. Por torear no cobran, pero anda que
por ir a torear, los facturones que pasan... Como en las galas
benéficas. Los cantantes no cobran. Pero cobra el tío del
violín, el de las luces, los porteros, y veces hay en que los
organizadores de la gala supuestamente benéfica tienen que
poner dinero encima, aparte de no sacar un duro para los
pobrecitos niños, los pobrecitos negros o los pobrecitos lo que
sea.
No es que yo exculpe al Gordo
de Marbella del timo de la
estatua, pero me parece una antigüedad. O el ruso o el Gordo,
uno de los dos, han hecho lo que muchos. Como los profesionales
del famoseo y las estrellas de la crema de la intelectualidad,
que les cobran dietas, hotel y kilometraje a los pobres catetos
que los llevan al pueblo para darles un homenaje.
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artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
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