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Mañana,
la final. Estando en febrero, no hay que decir qué final: la
del concurso de agrupaciones del Carnaval
de Cádiz. Gracias a Canal Sur, toda Andalucía será
paraíso del teatro Falla, butaca de patio, palco de platea.
¿Eso es bueno o es malo, convertir una fiesta popular en un
espectáculo mediático? Es el signo de los tiempos. Los que
aborrecen del Carnaval dicen que es un tormento que nos metan
por el televisor las que ellos llaman ordinarieces. Igual
podrían decir los que aborrecen de Semana Santa. Pones una
televisión local sevillana no ahora, sino en pleno agosto, y te
siguen dando la repetición de la jugada de una entrada en La
Campana. O podrían decirlo los objetores de Feria de Sevilla,
que no hay noche de abril que no pongas el televisor y no te
salga una caseta de plató con unos señores dale que te pego
con el ole la gracia, que tiene un arte que no se puede
aguantar. Desde luego que no. Queramos o no queramos, nuestras
fiestas populares son cada vez más mediáticas y menos
auténticas. El camino del Rocío parece que no lo hacen las
hermandades de pueblo, Húevar, Tocina, sino únicamente Triana
y, dentro de Triana, parece que no van más peregrinos que
Carmina Ordóñez y que La Pantoja. La televisión retransmite
pero también impone unos modelos uniformadores.
Mi teoría es que el aroma del Carnaval no se puede
retransmitir, pero es sólo una teoría. La realidad es que hay,
queramos o no, una codificación mediática de las fiestas
andaluzas. Antes las hacía el pueblo para divertirse; ahora,
para salir en TV. Salir en Canal Sur es el mejor premio de la
final. La TV ha impuesto para toda Andalucía unos determinados
modelos de cada fiesta: la romería según Huelva, la Semana
Santa según Sevilla, el Carnaval según Cádiz, hasta el
veraneo según Marbella. Modelos antropológicos que funcionaban
por sí mismos con plena autenticidad para un determinado
ámbito han sido sacados de lugar y en algunos casos de quicio.
Los capillitas de toda Andalucía vienen a Sevilla por Semana
Santa a extasiarse ante lo que consideran el modelo. Y a copiar.
Que en Algeciras se carguen los pasos a la sevillana debería
preocupar a la Consejería de Cultura, en cuanto destrucción de
señas de identidad. En Semana Santa se ha impuesto el modelo
sevillano y no el malagueño. ¿Por qué? Por influencia de la
televisión.
Y en el Carnaval, tres cuartos de lo propio. Me gusta el
Carnaval de Cádiz casi tanto como a Macarty. Pero como
aficionado al Carnaval me preocupa esta apisonadora mediática
sobre las tradiciones andaluzas de las Carnestolendas, y exculpo
las buenas intenciones de Canal Sur. Muchos comparsistas de toda
Andalucía, por influencia mediática, van al Teatro Falla como
los moros (con perdón) a la Meca, en peregrinación, para tocar
los sagrados muros de los ladrillos coloraos. Esos comparsistas
vuelven a sus pueblos y copian el modelo gaditano, con lo cual
se ha perdido de momento la tradición andaluza de las murgas.
Antonio el de Los del Río canta las viejas coplas de la murga
que sacaba en Dos Hermanas su abuelo, El Pollito. Ahora en
Hermanas salen chirigotas a la gaditana, y me imagino que se han
borrado las huellas de la murga.
Pero no quiero darles la murga con el Carnaval mediático.
Cierto que en Cádiz hay que mamar. Pero esto de que la TV nos
hayan gaditanizado todo el Carnaval andaluz no me negarán que
es la leche, contemplado desde la riqueza de las variedades
culturales.
También en
El RedCuadro: La radio del
Carnaval
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
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