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Estoy
en la calle O´Donnell. Como esta calle O´Donnell tiene
balcones de palo de caoba, adoquines azulencos y flamboyanes en
lejanía, he de aclarar que no estoy en la calle O´Donnell de
Madrid, ni en la calle O´Donnell de Sevilla. Estoy en la calle
O´Donnell de
mi
viejo San Juan de Puerto Rico. Tiro hacia el
muelle, al que aquí llaman hermosamente Embarcadero de Lanchas,
para tomar el autobús que me llevará a mi descanso de Isla
Verde, y caigo en la cuenta de que no sé si llevaré el suelto
exacto. En la parada le pregunto a una comay, a una doñita,
cuánto vale el trayecto de la guagua, y me dice:
-- Una peseta...
No veinticinco centavos, no un cuarto de dólar: una peseta.
Yo creo que es algo... A veces hay que venirse muy lejos de
España para encontrarla. Como aquel Quevedo que buscaba a Roma
en Roma y no la hallaba, yo cada vez busco
y encuentro más a Andalucía a este lado antillano de la mar
oceana. Desde la otra mañana boricua sé que cuando España
haya renunciado a su Historia y a su identidad y haya enterrado
la moneda que con sus columnas de Hércules y su filacteria del
"Plus Ultra" inventó la ese y las dos barras del
signo de dólar, aquí en Puerto Rico
podré seguir contando en
pesetas esta ruina que tengo en todo lo alto.
Nosotros, con todo nuestro golpe de España, entregando la
peseta y entregando la cuchara ante Europa, y los
puertorriqueños orgullosamente defendiendo la hispanidad de
nuestro sistema monetario. Echo las cuentas, y la peseta apenas
tuvo treinta años de vigencia de curso legal en Puerto Rico.
Creada en 1868, con la tardía emancipación de 1898 fue
sustituida en la Isla del Encanto por el sistema monetario
americano. Pero sólo sobre el papel y el cobre. Que en la
hermosura de la lengua, Puerto Rico sigue llamando en español a
la moneda americana, libre y asociada. Los 25 centavos, el
"quarter", son la peseta. Los 5 centavos, el
"nickel", son, qué hermosura, el vellón. Las
máquinas tocadiscos de los bares son las velloneras, porque
funcionan con un vellón, ¿no es maravilla? Los 10 centavos, el
"dime", son el sencillo, que era en España el real de
plata. Las monedas de 1 centavo, los "pennies", son
los chavos, como en Granada; San Juan también es la tierra del
chavico. Y tras cien años de vigencia del sistema monetario
norteamericano, el dólar no ha logrado existir en el habla
popular: es el peso.
Así que cuando a la peseta le den la estocada del euro hasta
la bola, ya saben lo que tienen que hacer para sentirse
españoles. Vénganse a esta maravilla del contemplado mar de
Pedro Salinas, junto a estas garitas tan gaditanas de la Caleta
de los Angeles, que podrán tocar la nostalgia en forma de
peseta, manque boricua. Puerto Rico seguirá siendo el único
lugar del mundo donde podremos seguir pagando en pesetas.
Sobre Puerto Rico y la cultura
española. en Internet:
Selección
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En
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El
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"El Nuevo Día" de San Juan de P. R
"Puerto Rico no se entrega"
En el 98 volveremos a perder Puerto Rico
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