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El
otro día venía en uno de los siete mil periódicos que uno lee
una entrevista con un dirigente sindical. Lo habían retratado
en su despacho, sobre un gran mural decorativo. Era el conocido
fotograma de "Novecento" de Bertolucci, esa
manifestación obrera en la estética expresionista a lo
"Acorazado Potemkim" de gorras, alpargatas, blusas,
puños cerrados y banderas rojas. Estética Marinaleda, por
decirlo con símbolos más cercanos. Aunque Marinaleda es un
"Novecento" cutre en chandal, zapatillas de deporte y
una botella de agua mineral.
Este 1º de Mayo no es ya lo que era. Aunque no quieran
admitirlo, los sindicatos son las primeras víctimas de la
globalización. Han cambiado todos los esquemas reivindicativos,
y menos mal que los líderes sindicales han sabido cambiar la
cejilla en el mástil de la guitarra para dar el nuevo cante.
¿Qué se pide ahora en el Día del Trabajo? ¿La propiedad de
los medios de producción? Eso era antes. Ese es el gran cambio.
Ahora nadie pide la propiedad de los medios de producción; ésa
ni se discute. Leo las consignas de los sindicatos en este 1º
de Mayo y concluyo que lo que se pide es la propiedad del puesto
de trabajo: "Por lo menos como estaba, Virgen de
Fátima". De "la tierra para el que la trabaja"
hemos pasado a "el puesto de trabajo, en propiedad para el
que lo tiene con alfileres". La precariedad en el empleo es
la nueva servidumbre de la gleba y a los campos de fresa hasta
han vuelto los esclavos. Los contratados en precario son los
nuevos aparceros que piden la tierra en propiedad. Los
jornaleros antes pedían que fuera para ellos la parcela que le
labraban a un duque y los jornaleros de las empresas
globalizadas reclaman ahora la propiedad del puesto de trabajo.
En el viejo escudo comunista, se exhibían la hoz y el martillo
como las armas para la conquista de la propiedad de la tierra y
de la fábrica. Derribado el muro de Berlín, en crisis la
utopía comunista, ahora se pide simplemente poder empuñar esa
hoz y de ese martillo mediante un contrato digno y estable.
Piden la espiocha vitalicia.
Seguramente, como en tantas cosas, estoy más despistado que
un nazareno en la Feria, pero todas las consignas de este 1º de
Mayo me parecen la constatación del triunfo de las tesis
capitalistas frente a las viejas luchas obreras. El viejo
internacionalismo proletario no lo defiende nadie, y parece que
se da como inamovible el internacionalismo capitalista de las
multinacionales, la globalización. No sé si eso será bueno o
será malo, pero me parece así. ¿Qué más capitalismo que
este sentido posesivo del puesto de trabajo? Incluso con un
sentido hereditario de la propiedad que es pura esencia
capitalista. En la recurrente crisis del Astillero gaditano,
suelo oír la pregunta reivindicativa de los regulados de
empleo: "¿Y cómo van a poder colocarse aquí nuestros
hijos, si cierran el astillero?" Contemplo la crisis de la
pesca en Barbate y nadie habla de los medios de producción,
sólo del mantenimiento de los puestos de trabajo.
Así que perdonen por aguarles doblemente la fiesta: la del
1º de Mayo a los sindicalistas que aún van por el monte solos
defendiendo su propio puesto de trabajo en la cúpula, y la
Feria a la ciudad alegre y aturistada. Quizá será que, como
aquel fotograma de Bertolucci convertido en cartel, el 1º de
Mayo es ya simplemente una cuestión literaria de estética
historicista de la clase trabajadora.

Triana
en la "Guía Secreta de Sevilla"
Triana:tradiciones
escritas en el palo de la cucaña
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