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Fotos
y más fotos, imágenes y más imágenes. Y en todas, los
famosos en la Feria
de Sevilla. Dicen las previsiones municipales que hasta que
el domingo se coja la última papalina, habrá diez millones de
visitantes. Eso es sólo en las estadísticas. En los medios, la
Feria no tiene más allá de trescientos visitantes. Los que
salen siempre. Los mismos de todo el año, con sombrero alancha
o traje de flamenca. Es lo que caracteriza a la Feria de Sevilla
de entre las de Andalucía: el famoseo. Llegan la Feria de
Málaga, las Colombinas, y en los medios salen señores
particulares con cara de tener la obligación de estar
contentos. Salen casetas de peñas, de asociaciones de vecinos.
Sale la realidad comunal, no una elite de figurantes sociales.
Llega la Feria y la imagen que se transmite es la del elitismo.
¿Es consustancial con la feria el elitismo? Sí, padre. Como la
caseta, el farolillo, el caballo o el coche enganchado a la
calesera.
Las primeras imágenes de la Feria, los cuadros de Cortés,
presentan una visión colectiva del Prado de San Sebastián
donde empezó a celebrarse en 1847. En la feria de ganado, una
multitud de tratantes. Aparecen allí los dos famosos de la
época, los Condes de Ybarra, fundadores del festejo en 1847,
pero confundidos en la multitud. Hay que fijarse mucho en el
cuadro para identificarlos. Si Cortés pintara ahora la Feria
con los esquemas actuales, no sería un paisaje con figuras,
sino unas figuras sin paisaje. Haría un retrato de los Condes
de Ybarra en plan famosos.
Durante mucho tiempo, la Feria de Sevilla cargó con el
tópico de elitista y clasista. Los duques y los marqueses, los
terratenientes y los señoritos, iban a pasearse en coche de
caballos, mientras que el pueblo no podía hacer más que
mirarlos y no tenía ninguna caseta donde tomarse siquiera una
copa. Con la democracia, la Feria fue rescatada al menos como
concepto político municipal. Los ayuntamientos de la izquierda
hicieron casetas populares de los distritos, y fue como el
símbolo de la toma del Palacio de Invierno de la primavera.
¿Cambió el signo de la Feria? ¿Dejó de ser elitista? Pues
creemos abiertamente que no. Entre otras cosas, porque habría
perdido su propia esencia, que es elitista, lo siento. En toda
la dictadura de Franco no hubo en la Feria tantos caballistas y
tantos coches de caballos enganchados perfecta y hermosamente
como los está habiendo con ayuntamientos socialistas en
Sevilla. Ya no van los terratenientes, los nobles, sino los
nuevos ricos que enganchan. Y los famosos.
Los famosos son los nuevos señoritos de la Feria. Famosos de
todo o famosos de nada. Famosos porque han hecho muchas cosas y
tienen mucho dinero o famosos por el mero hecho de que salen
mucho en los papeles y en la televisión sin causa aparente o
justificada, ora de bragueta, ora de vicaría, ora de
escándalo. La Duquesa
de Alba ya no engancha su coche de
mulas castañas ni Angel Peralta va con su caballo de centauro
marismeño, pero da lo mismo. En vez de Cayetana se saca a Norma
Duval y en vez de a Angel Peralta, a Rappel, que va por allí
con un traje de lunares absolutamente increíble. Antes se
miraba lo que Manuel
Halcón llamó el prestigio del campo
andaluz y ahora se contempla el esplendor de los famosos de la
sociedad mediática. En el elitismo perpetuado por la democracia
igualitaria, los verdaderos diez millones de protagonistas de la
Feria no aparecen por parte ninguna.

Triana
en la "Guía Secreta de Sevilla"
Triana:tradiciones
escritas en el palo de la cucaña
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