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De
entrada, para que no quede la menor duda de nada ni me breen a
cartas al director, mi felicitación a los señores del Sevilla
F.C. por volver a ser lo que fuimos. Los que más nos alegramos
somos los sevillistas provisionales en que a efectos de tabla
clasificatoria nos hemos convertido muchos béticos
premanuelinos, del sector histórico, que vamos por el plan
antiguo, en el congelador nuestros sentimientos verderones
mientras dure la actual usurpación de las trece barras.
Sentado lo cual para que no quepa ni un alfiler de duda por
la alegría blanca, decimos que hay algo peor que el centralismo
madrileño, y es el centralismo madridista. Y peor todavía que
el centralismo madridista es copiarlo, en nombre del centralismo
sevillista, que es mucho peor que el centralismo sevillano. Los
madridistas que se van a la fuente de la Cibeles a celebrar su
triunfo, poniendo en peligro la integridad del monumento y
mutilándolo a veces con su borrachera colectiva de éxito, son
unos incultos, unos incivilizados, unos gamberros, por decirlo
con tres descalificativos encadenados, en plan José María
García. Pero los que, copiando al Real Madrid, disfrazan de
Cibeles la fuente de la Puerta Jerez, aparte de unos incultos,
unos incivilizados y unos gamberros son unos copiones, y ya se
sabe lo que le pasa al que la copia. ¿Es que el Sevilla, el
club decano, el club de los señores, el mito de Nervión, no
tiene su propia estética, y tiene que copiar al Real Madrid
como si fuera el San Roque de Lepe?
Si es por fuentes donde saltar y brincar y remojar el
triunfo, ahí está la fuente de la Plaza España, donde se
podían bañar y hacer el gamberro semidesnudos no solamente
Pablo Alfaro y el resto de la partida, sino la Peña Biri al
completo. Pero ah, mi querido amigo, la fuente de la Plaza
España no recuerda en absoluto a la Cibeles. Y se trata de
hacer a la sevillana la gamberrada colectiva de los madridistas
que se ha visto en televisión. Esto de los sevillones en la
Puerta Jerez dando el espectáculo es tan claudicante de nuestra
identidad como si la plaza de la Maestranza se llenara de pronto
de pañuelos verdes, porque han visto en televisión que así lo
hacen en Las Ventas.
Parece que gracias a Dios no ha sufrido ningún daño la
delicada fuente que labró el escultor Delgado Brackembury, y
que representa a Sevilla en plan Matrona Hispania, muy en la
estética europea de entreguerras en que se hizo. A pesar de los
grandes esfuerzos de la plantilla palangana por cargársela, no
lo consiguió. Hubiera sido lo más exacto a Madrid, que a la
Matrona Hispalis la mutilaran como los madrileños suelen a la
diosa Cibeles. Con tanto Plan Antiviolencia en el fútbol,
extraña que nadie haga un Plan Antiviolencia contra los
Monumentos tras los triunfos. En vez estar allí para correr a
gorrazos a los que podían cargarse una fuente monumental, los
guardias protegían y encauzaban, como en Madrid, este
gamberrismo institucionalizado en que toda la plantilla se
convierte en Ultrasur.
En la ciudad sin memoria, casi nadie recuerda que por los
amorcillos que escoltan a la Matrona Hispalis con sus chorritos,
ésa fue siempre llamada en Sevilla la Fuente de los Meones.
¡Qué bien le cuadra el nombre tras la gamberrada promovida
desde el poder! Convertirla como unos catetos en una Cibeles bis
es mearse en Sevilla.

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