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Caminos
del Aljarafe en estos días más largos y sin duda más hermosos
del año, con el impresionante telón de fondo de la puesta del
sol por Huelva, malvas, morados, violáceos, una paleta de
colores que le salió a Dios como su mismo nombre indica:
divinamente. Carreteras estrechas, aún con huertas, con viñas
para mosto del día de San Andrés, olivaritos de particiones de
herencias, cercas tras las que quizá un caballo amaneado está
esperando el próximo camino con el Rocío de Almensilla. Un
Aljarafe que, ay, cada vez es más pueblo y menos campo.
¿Cuántas hectáreas se recalifican al día en el Aljarafe?
Como un niño que está pegando el estirón, adviertes el avance
de las urbanizaciones de un día para otro. Hace tres meses que
no pasas por esa carretera de Bollullos, de Umbrete, de
Benacazón, y donde había campo ya están las grúas y los
cartelones de las interminables filas de casitas adosadas.
¿Cuántas casitas adosadas se han hecho en el Aljarafe en los
últimos diez años? Primero fue la cornisa. Te ponías en la
Vega de Triana, tirabas hacia la Cuesta del Caracol, y en todo
ese borde asomaban los bloques de pisos. Ciudad Aljarafe se
llamó premonitoriamente una de las primitivas agresiones al
paisaje. Llegará el día en que todo el Aljarafe será una sola
ciudad, un solo pueblo, unidos los caseríos de los términos
por las hileras de casitas adosadas. De cuesta a cuesta, de
Cuesta del Caracol a Cuesta de las Doblas, de Guadalquivir a
Guadiamar, en lo que fue paraíso de los moros no quedará un
palmo de terreno por edificar.
Por los caminos del Aljarafe compruebo que mientras existan
nombres, no habrá el menor problema para seguir hasta sus más
asfixiantes consecuencias la urbanización de una comarca
entera. Todo consiste en ir inventando nombres comerciales para
las "villas", que es como llaman al horror de los
adosados en la publicidad de las revistas inmobiliarias que dan
gratis en el supermercado. Hace unos años, por ejemplo,
cogieron un olivar y un concejal de Urbanismo que tragaba e
hicieron el conjunto de villas "Olivares del
Aljarafe". Qué pelotazo, quillo. Se los quitaban de las
manos. En vista de lo cual compraron la finca de la linde, la de
la noria y el árbol de la bella sombra, y pusieron los
letreros: "Nuevos Olivares del Aljarafe". Otro
pelotazo. Había cerca una lomita, con un antiguo lagar y un
transformador de la Sevillana, y el promotor le echó el ojo,
pensando en hacer algo de más "alto standing" que le
dicen, parcelitas con un pilón al que llaman piscina. Fue el
rentabilísimo conjunto "El Balcón de los Olivares del
Aljarafe". Todos vendidos. Y como un poco más allá había
otra loma, pues la segunda operación. Facilísimo. Otro por
aquí te quiero ver al concejal y otro letrero en el campo:
"Nuevo Balcón de los Olivares del Aljarafe".
Lamentablemente, es sólo cuestión de nombres la conversión
del jardín de los moros en un infierno de cemento con chalés
como los de Marbella, pero pobretones, enanos y mal construidos.
Todo consiste en construir los "Miradores del
Guadiamar", los "Nuevos Miradores del Guadiamar",
el "Jardín de los Miradores del Guadiamar", el
"Edén del Guadiamar", el "Balcón de las Lomas
del Guadiamar", el "Nuevo Balcón de las Lomas del
Guadiamar" y así sucesivamente. Mientras haya topónimos e
hipotecas a 25 años...
Hasta que la Calle Real de Castilleja no llegue por lo menos
a la mismísima Huelva, no van a parar.
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