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Tenía
ganas hace tiempo de dar un homenaje al Maestro Araújo. A José
Antonio Sánchez Araújo le dan sus propios compañeros de
información deportiva el merecido título de Maestro. El se lo
deja llamar. El sabrá lo que hace. No sabe el peligro que
corre. Porque si Chaves se entera de que alguien es Maestro, lo
hace inmediatamente consejero de Agricultura, como a Paulino
Plata, ya que quienes más entienden de Agricultura son los
maestros.
La oportunidad del homenaje debido a Araújo me la dan en
Gerena, donde ayer le entregaron el II Premio de Comunicación
Manuel Alonso Vicedo. Se merece Araújo todos los premios por
algo que siempre admiré, que eso sí que es cultura andaluza
viva: no renunciar a su forma de hablar por más micrófonos que
le pongan por delante, ora entre en cadena, Cadena SER, ora
juegue en Radio Sevilla la deslumbrante pachanguita local con
Josele Moreno y con Salomón Hachuel. Hablan de la Narrativa
Araujo como la especialidad que ha inventado dentro del género
deportivo. Más que de la Narrativa Araújo, yo hablaría, y con
orgullo al oírlo, de la Fonética Araújo. Fonética candeal,
como el pan de su natal Alcalá de Guadaira, patria a la que no
renuncia. Siendo de Alcalá de los Panaderos, es lógico que
Araújo dé tantas noticias calentitas: todas están acabaditas
de sacar de su horno fonético alcalareño.
Jesús Quintero es de San Juan del Puerto, y cuando habla por
televisión no se le nota nada. Araújo es de Alcalá de los
Panaderos, y cuando habla por la radio se le nota perfectamente.
Tiene a gala que se le note. La Fonética Araújo de la
Narrativa Araújo es un permanente triunfo de los pueblos frente
a la capital. La capital se come a los pueblos, excepto a
Alcalá, que habla por boca de Araújo. El ceceante Araújo ha
conquistado a la seseante Sevilla. Y ha demostrado que lo
importante no es el fondo, sino la forma. Yo creo que lo que
dice Araújo interesa sobre todo por cómo lo dice. Porque habla
como todos hablamos. Araújo, con su naturalidad, con su
espontaneidad, nos da una gran confianza en nuestra fonética de
pueblo, en nuestra habla de barrio. Los hablantes andaluces
sentimos ante Araújo el mismo orgullo de cuerpo que
experimentaría El Cojo Peroche viendo bailar a Enrique el Cojo.
En Sevilla un cojo puede llegar a ser maestro de baile y un
alcalareño orgullosamente ceceante, maestro de la locución
informativa de deportes. Con dos teleras.
Y Araújo no se ha cortado ni tanto así porque le hayan
enchufado las cámaras de TV de Localia. Araújo, que escribía
en los papeles y hablaba en la radio, ahora sale por
televisión. Habla andaluza multimedia. Cercanía en el modo de
decir las cosas. Por eso llega tanto. Por encima del tiempo.
Araújo, cosecha de 1944, ha conquistado una audiencia joven, de
fondo sur, de cara pintada en verde o en rojo. Araújo no tiene
nada de vieja gloria, sino de paraíso jovencísimo de su
audiencia.
Por si todo esto fuera poco, Araújo rompe otro molde: el de
las militancias sevillanas. Manque currista, es palangana total.
Nos descubre así Araújo una desconocida cara oculta del
currismo, cual el currismo sevillista, más hondo quizá y menos
fandanguero que el otro. Así que del tópico currista y
bético, nada. Currista y sevillista. Y sevillano de Alcalá,
¿pasa algo? Por eso le llaman Maestro, aun a riesgo de que
Chaves lo nombre Director del Area del Lince de Doñana, para
que los domingueros de Matalascañas no pillen al lince con el
coche.
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