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Yo
no sé si la realidad imita al arte, pero desde luego a los
artículos de periódicos sí que los imita, y no voy a ser tan
presuntuoso de decir que estas escrituras sean arte. Eso lo
deben decir otros.
El caso es que en
nuestras sabatinas de las "Puntas de Diamante", el
pasado día 19 de mayo escribíamos textualmente lo que
sigue: "Ha contado Cristóbal G. Montilla desde Málaga que
como no se encontraban trabajadores para los espetos en los
chiringuitos, la Diputación ha organizado un cursillo para que
los inmigrantes suplan a los cocineros autóctonos en el arte de
asar las sardinas de plata del pregón de Angelillo en la vieja
barca varada en la arena y echando humo si hay que echarlo,
atufando todos los toldos cercanos y todas las sombrillas donde
le han cobrado a uno 600 pesetas del ala por la tumbona, para
encima tener que aguantar semejante sahumerio maloliente a
pescado, que ésa es otra. Así que cuando esté usted de
vacaciones este verano en Málaga la Bella, o en la Marbella de
Santiago Segura, o en la Fuengirola de Esperanza Oña, no se
extrañe que en el chiringo le ase las sardina Michael Owsu, de
Ghana, nuevo en esta plaza, un virtuoso en el arte de arrimar la
sardina a su ascua del trabajo con todos los papeles, espetos
por lo legal. No sabe la Diputación de Málaga la que ha
inventado. Esto tenía que habérsele ocurrido a la de Cádiz.
El genial Franquito Román tenía que haber caído en la cuenta
que un Plan Provincial de Aprovechamiento de Pateras de Tarifa
era lo que había que hacer. En Málaga es un lío, porque el
marroquí o senegalés que aprende el arte de los espetos tiene
que buscarse una jábega que varar en la playa para usarla como
barbacoa del sahumerio. En cambio en la provincia de Cádiz
sería mucho más fácil. Llega el marroquí con su patera
puesta, le enseña Franquito a asar caballas y se pone con la
misma patera en la playa a venderlas. Así podrían ser
reutilizadas todas esas pateras ahora abandonadas en la playa de
Los Lances, en Valdevaqueros, como trágicos esqueletos con sus
cuadernas."
Hasta aquí, lo que decíamos el 19 de mayo. De modo que el
artículo de hoy nos lo ha dado hecho el alcalde de Algeciras.
No ha sido Franquito Román, sino Patricio González, Fino Don
Patricio, el que ha puesto en marcha ese Plan Local de
Aprovechamiento de Pateras, en plan partido-homenaje a los
simpapeles, pero aprovechamiento de pateras. Aunque no serán
los inmigrantes que han seguido el curso de cocineros de la
Diputación de Málaga los que las aprovechen. Serán los
propios algecireños los que podrán reutilizar las pateras,
convertidas por el Ayuntamiento en parrillas para las nocturnas
barbacoas playeras, tras vararlas y rellenar convenientemente
las cuadernas de arena, al malagueño modo. Es la única
variación sobre la hipótesis de trabajo que lanzamos aquí.
Pateras abandonadas para las barbacoas nocturnas de la playa,
sí señor. Y como se entere Teófila Martínez, ni les cuento
la cantidad de pateras que puede reutilizar en la Playa Victoria
para la gloriosa y nocturna barbacoa colectiva del día de la
final del Trofeo Carranza.
Por mi parte, sólo me queda reclamar derechos de autor de la
idea al alcalde de Algeciras. El importe de las regalías puede
abonármelo en vales para espetos a la patera, que es la
especialidad de la nueva cocina andaluza que dentro de nada
llevarán desde Los Remos a los guías gastronómicas.
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