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Lo
malo que tienen las coplas es que la realidad acaba
imitándolas. La Lirio terminó teniendo una pena únicamente
para no dejar en mal lugar a Rafael
de León, porque era una señora muy cumplida. Pero puedo
asegurarles que La Lirio era la alegría de la huerta hasta que
tío Rafael le escribió la copla, del mismo modo que el
marinero de "Tatuaje",
que era un morenazo, se tiñó de amarillo pollo para poder ser
rubio como la cerveza. Si Julio Romero de Torres pintó a la
mujer morena no fue porque le tuviera manía a las rubias; es
que le daba pereza el desmentido. Sevilla no tenía en absoluto
un color especial; la que tiene un color especial es Huelva
cuando el atardecer malva y juanramoniano. Lo que ocurrió fue
que llegaron Los del Río con Los 40 Principales y Sevilla, que
es tan señora como La Lirio, no quiso enmendarles la plana y
pintó de cal las espadañas. En cuanto a Cádiz, estoy por
maldecir la hora en que le escribí aquel madrigal que asegura
que es La
Habana con más salero. Esto de la comparanza con La Habana,
Cádiz, lo que se dice Cádiz, no se lo ha creído en absoluto.
La gente de Cádiz sabe que Cádiz es Cádiz, joé, como su
mismo nombre indica, ¿qué va a ser? En todo caso, Cádiz es
Cai, por aquel otro piropo que le dijo Antonio Murciano y cantó
Rocío Jurado:
- Cinco letras tiene Cádiz,
- pero se quedan en tres,
- que en ellas cabe la gracia
- del derecho y del revés.
Cádiz es, concediendo mucho y en el mejor de los casos, la
Tacita de Plata, la Cuna de la Libertad, la Novia del Aire,.
Pero la gente que no es de Cádiz sí se cree ese falso
testimonio cubano y guarachero que le levanté en las
"Habaneras". Hasta el punto de que estoy por creer
que van tantísimos españoles a Cuba no para las clases de
equitación sin bridas y sin estribos con las jineteras del
Malecón, sino para comprobar a pie de obra (a pie de Obra Pía,
naturalmente), al bamboleo de aquellas bocas, si La Habana es
Cádiz con más negritos y si Cádiz es La Habana con más
salero. Como le hablo a Cádiz y pelo la pava con ella todos los
días, que nos gastamos los duros antiguos en pagar la factura
de teléfono porque nuestras conferencias duran tres mil años,
me ha dicho a mí Cádiz que está hasta la mismísima Torre
Tavira de que la comparen con La Habana. A ninguna mujer le
gusta que la comparen con otra, y más si es tan guapa como mi
novia caletera cuando le da por la noche el reflejo de plata del
faro de San Sebastián o cuando la luz del amanecer que llega
desde Cortadura hace más blancos los cierros de la calle
Rosario o de la calle Sacramento. A Cádiz otra vez me la tienen
de los nervios, disfrazándola de La Habana en una película. Y
película de 007 encima, que suena a tienda de los veinte duros
del cine o a firma de Paco Rosado en su columna del Diario. Ya
me la disfrazaron de La Habana con más Franquitos cuando Lester
hizo aquello de "Cuba". Y ahora otra vez quieren que
las murallitas de la Caleta sean no sé si La Fuerza o El Morro.
Como esto siga así, Pepe el Manteca se va a creer que su tienda
viñera es la Tabernita del Medio, con lo que corremos el riesgo
de que nos dé mojitos en cafeteras heladas, en vez de
manzanilla con chicharrones de la Plaza y papas del Corralón.
Si los del 007 quieren poner el mingo en Hollywood, como
dice mi admirado Enrique Montiel, que se dejen de disfraces,
que no estamos en Carnaval. Y que me saquen de una vez en el
cine a Cádiz como Cai, con lo bonita que es, sin que me la
vistan de mamarracho. Porque les aseguro que el propio autor del
equívoco antillano está de tanto disfraz habanero de su Cádiz
hasta los mismísimos malecones...
Letra
y audios de "Habaneras de Cádiz"
El
Pinsapar
Diario de Cádiz, 11 diciembre 2001

Cádiz
no es La Habana
ENRIQUE
MONTIEL.
CÁDIZ
será La Habana con más salero porque lo ha dicho Antonio
Burgos y Carlos Cano le puso la canción, pero ni aunque llenen
los territorios tirilla y beduino de mulatas, revolucionarios
profesionales, edificios ruinosos, desvahída estética soviética,
viejos “carros” norteamericanos mil veces recompuestos,
negritos, Patria o Muerte Venceremos y turistas ya me entienden,
será realmente Cádiz La Habana. Por la sencilla razón de que
Cádiz es Cádiz y cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Así que, con estos antecedentes,
mi patriotismo gaditano no ha sido inflamado con la noticia de
que algunas secuencias de una película de Bond van a ser
rodadas en Cádiz “disfrazada de La Habana”, que ya van dos
con esta. Más que nada porque si quieren que Bond venga a Cádiz
bienvenido sea y que disfrute de la hospitalidad de los
gaditanos, que en otra entrega fue a Gibraltar y no se disfrazó
Gibraltar de Malta.
No, no me hace feliz que Cádiz
sea un decorado más o menos de cartón piedra de una historia
en donde los exbarbudos, con toda probabilidad, resulten unos
idiotas incompetentes ante el despliegue de ingenio, astucia y
valor del Agente 007, y la más despampanante de las mulatas
caiga rendida en los brazos del espía "imperialista".
Porque Cádiz tiene entidad más que suficiente para ser Cádiz
solamente, y no el decorado más o menos feliz de La Habana, ni
con más salero ni con menos negritos. Que es lo que le suele
pasar a las imágenes felices, que siempre pensé que los
plateros eran peludos, suaves, tan blandos por fuera que parecían
"todo de algodón", que no tenían huesos. Y no, los
burritos ni son blandos, ni suaves, ni de algodón. Y por
supuesto tienen los huesos duros, como es sabido.
¿Por qué James Bond no viene a
Cádiz a buscar en el puerto, en un barco equis, un secreto
capital o una bomba nuclear luego de “robar” en el Real
Observatorio de la Armada de La Isla la distancia exacta de un
satélite espía a la deriva, o a encontrar a un peligroso
terrorista de Ben Laden que llegó a la Caleta en una patera? No
sé, puestos a imaginar uno imagina cualquier cosa menos
disfrazar a Cádiz de La Habana para una historia de espías con
glamour y astucia sin límites. A Cádiz, como es sabido, se
puede venir para muchos encargos y no para la malage de volver a
vestirla de La Habana, como hizo Lester en una película pésima,
ni a su alcaldesa de enfermera, que se cuenta, ni a García
Agulló de pérfido e incompetente revolucionario criollo, añado
de motu proprio.
El maestro Burgos puso un
soniquete feliz a una imagen, un parecido, la vieja estampa de
una ciudad amada, pero estoy seguro de que nunca quiso convertir
a su segunda patria en el decorado de una película de James
Bond. Y si no, cuando se entere…
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