ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 20 de septiembre de 2014                 
                                
 
Dejar a deber
 
Es la hora de la cervecita de mediodía. "Del aperitivo", que dicen los cúrsiles. Cuando aquí en Sevilla nunca se ha dicho eso del aperitivo. Palabra que me suena a reconstituyente, a aquella quina de la etiqueta de la monja con su toca que nos daban nuestras madres con una yema de huevo batido. Un ilustre, antiguo y fervoroso compañero de Portaceli que tiene mi número me llama al teléfono móvil:

-- Perdona que te moleste si estás escribiendo, Antonio.

-- No, ya estoy escrito, no molestas en absoluto. Díme...

-- Que estoy aquí tomándome una copita en El Portón con un señor que tú conoces y que es corredor, no "broker" ni "comercial", no, corredor, que es como se ha dicho aquí siempre, y me he acordado de ti, y por eso te llamo.

-- ¿Por qué, Pepe?

-- Porque ha dicho una expresión de las que a ti te gustan, de las palabras que se han perdido y que rescatas en el ABC. Estábamos hablando de uno de Carmona que tú conociste, porque sus hijos estaban con nosotros en el colegio, y va y me dice: "Ese no le pagaba a nadie. Ese era especialista en dejar a deber". Y te llamo por eso. Fíjate qué expresión más nuestra y más hermosa: "Dejar a deber"...

Pues si aquel carmonense que mi condiscípulo recordaba en la barra de El Portón con el corredor era "especialista en dejar a deber", ahora hay ya hasta campeones olímpicos en el "dejar a deber". La próxima vez que lo vea en la Academia tengo que preguntar al profesor Olivencia, máxima autoridad en la materia, si la Ley Concursal es precisamente eso: la legalización del "dejar a deber". Si presentas concurso de acreedores, vulgo suspensión de pagos, puedes dejar a deber por lo menos igual que esos campeones que andan por Sevilla como si tal cosa, gastando, comiendo y bebiendo, y yendo a los toros y al fútbol, a pesar de tener lápidas por toda Sevilla.

"Lápida"... ¿Y este sinónimo sevillano de "deuda", no es hermoso? El sevillano es como un poeta de guardia que habla con metáforas. "Lápida" es una de ellas. Las lápidas eran las negras pizarras donde en las tabernas se apuntaban con tiza las deudas de los parroquianos. Invitabas a alguien a tomarse contigo un tinto en Morales y te decía:

-- No, a Morales no voy yo. A otro sitio mejor, porque en Morales tengo una lápida que no veas.

La tal lapida, en la pared, puede verse todavía allí. Y en El Rinconcillo. Aunque ya las viejas lapidas tabernarias se reutilizan para anunciar las tapas de cocina del día, no las deudas de muchos meses de los moyatosos que no pagan ni quemados.

Mi condiscípulo portacelitano me llamaba porque estudió Lengua y Literatura con mi maestro el Padre Ortiz y sabe que tan características del habla sevillana son sus palabras, que aquí tratamos de recuperar, como estas expresiones, cual el "dejar a deber". Y hablando del verbo "dejar", ¿dónde me dejan lo de "dejar de cuenta", que era no recoger en un comercio o taller de artesano algo que se había encargado, y no pagarlo? Me acuerdo que en la sastrería de mi padre había un uniforme de Aviación que se llevó allí colgado años y años. Y era porque al cliente que se lo encargó lo trasladaron, no dio la cara, se pegó el piro, no pagó y le "dejó de cuenta" el azul uniforme a mi alfayate. No hizo nada el aviador por evitarlo. No "hizo un poder", que es otra expresión nuestra maravillosa, ese ruego del que te suplica algo dificilillo:

-- Haga usted un poder, hombre... -

Y te lo dicen como si tuvieras que ir donde mi apreciado Pablo Gutiérrez-Alviz para que diera pública fe del poder que concedes. Este poder que se pide no es notarial. Es de voluntad. O de fe en Dios. Todos los viernes del año hay muchos sevillanos que van a San Lorenzo y le dicen al Hijo de la Esperanza, cuando le piden algo:

-- Haz un poder, Dios mío...

Tanto se lo han pedido a lo largo de los tiempos y tantos "poderes" han hecho, que los sevillanos, como nos gusta tanto una metáfora y un mote, dimos en llamar Gran Poder al Padre Nuestro que está bajo los cielos de San Lorenzo.

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