Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,   miércoles  22 de abril de 1998


Garach y Manfredi

Curro Romero, con un vestido de torear como los que hacía Manfredi

Los chiquillos del Arenal, ¿verdad, Curro?, como queremos ser toreros nos vamos a ver la sastrería de Manfredi...

 

Todos los días llega a la ciudad un trozo de la vida. Esa buganvilla que crece, bravía, junto al puente de San Telmo y que con sus flores tiñe de púrpura las aguas del río... Todos los días llega a la cuidad un trozo de la muerte, el tañido tipográfico de las campanas de las esquelas. Sobre la ciudad que nace cada día, va la muerte trenzando los recuerdos. La vida que ahora está plena, en ese sol que hace el mejor cuadro de Antonio Tapies cuando da al caer la tarde sobre los grumos y texturas de la pintura de aceite sobre las tablas del tendido 10 en la plaza de los toros, es esta tomiza hecha de sensaciones nuevas y de recuerdos viejos. No nos dicen qué flor nueva ha nacido hoy en las Delicias, en la plaza del Museo, qué sonrisa ha estrenado un niño en el puesto de chucherías de Nervión Plaza, cortinglés del orozuz y de la gominola. Nos llaman indefectiblemente para decirnos quién se ha muerto, no para anunciarnos qué humilde acacia está más bella, florecida en la Ronda. Muertes a pares, ay, siempre los duales, en la llamada de la mañana:

--- ¿Sabes que se ha muerto don Primitivo Garach?

--- No, no lo sabía.

--- Pues viene en el periódico...

Y cuando aún no nos hemos repuesto del choque del relámpago del recuerdo, la radio que suena en el paréntesis de la memoria (niñas, jovencitas, vuestros zapatos, en Garach; calzados Garach imponen la moda), la obligada compaña en las levas que la Canina hace en la ciudad a la que le ronda la calle de Sábado Santo a Sábado Santo:

--- ¿Y sabes quién se ha muerto también?

--- No, ¿quién?

--- Pues Manfredi, el sastre de los toreros...

Tetuán y Jimios ocupan ahora el largo paréntesis de la memoria, en la ciudad en flor de primavera. Los escaparates de don Primitivo Garach en la calle Tetuán, en su casa principal, que estaba junto a la farmacia del Globo, y también en Mery, aquella otra tienda que estaba junto a la papelería de Carmona. Las grandes orejas de don Primitivo, maestro mayor del gremio de los zapateros al que pertenecía mi madre, que le tenía aquello que había antes, que era el aprecio y el respeto por los maestros de los oficios. Don Primitivo era zapatero culto, leído, viajado, liberal donde los hubiera, compadre de otro gran maestro de su oficio, el sastre O´Kean. Paseaban los dos por la avenida camino del bar de los soportales de la calle Alemanes donde hacían tertulia y se les veía señores de la Real Maestranza del Comercio, esa que sin tanto cuento y tantas tonterías de los pergaminos y los cuatro apellidos dio a la ciudad riqueza, continuidad en el mercado frente a la inexpugnable fortaleza de las convenciones.

Y está paseando don Primitivo con O´Kean el sastre cuando los chiquillos del Arenal, ¿verdad, Curro?, como queremos ser toreros y el domingo vimos el debú del Coriano, pues nos vamos a la calle Jimios. Huele a pan del horno, junto al corral de San José, y están las ventanitas del taller de la sastrería torera de Manfredi. Tras las rejas, al aire de la primavera, las oficialas bordan sobre el bastidor ilusiones en forma vestidos de torear, verdes, rojos, azules: "Mira, esa chaquetilla vino el otro día Arruza en un haiga a probársela, y ya se la están terminando..." Son bordados como los que queremos llevar el día que debutemos en Sevilla, naturalmente que con un vestido blanco, la primera comunión y el debú en Sevilla hay que hacerlos con un vestido blanco. Todavía hay sastres de toreros en la capital de la tauromaquia, todavía están las agujas de las oficialas de Manfredi bordando esta chaquetilla para Jaime Malaver, este capote de paseo para Manolo González... Llegará un tiempo en que, como ya no hemos podido ser toreros, evocaremos esta reja con los bastidores de los bordados de manos monjiles de las oficiales del taller de Manfredi, ahora que ya los matadores tienen que ir a hacerse los vestidos a Madrid y que ya la radio no dice a las jovencitas que Calzados Garach imponen la moda.

 


El Mundo, edición íntegra en Internet

 

   


 

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