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La
alcaldesa de Fuengirola, que no es una verde ecologista
radical, sino una señora juiciosa, ha decidido una medida a
favor del medio ambiente de ole: que todas las nuevas
construcciones tengan obligatoriamente instaladas placas
solares. Es lo menos que puede esperarse en la Costa del Sol.
Que allí, mucho sol, pero de energía solar, cero. Si en la Costa
del Sol no usan la energía solar, digo yo que no la van a usar
en Laponia, ¿no, Carlos Herrera? Aunque se pone Fuengirola los
moños de ser el primer sitio con energía solar obligatoria, eso
ya lo ha aprobado el Ayuntamiento de Sevilla hace lo menos
dos meses. O tres. Al César lo que es del César (Cadaval, lo del
color especial) y al Monteseirín lo que es de él y de Felisa su
mujer, por aquello de los gananciales.
Aquí mucho hablar en los programas electorales
de energías alternativas, pero a las energías alternativas no
les acabamos de dar la alternativa, siguen de novilleras. En
Tarifa quizá está la única excepción, con el quijotesco paisaje
de los molinos de viento que producen energía eólica. Digo
quijotescos porque esos desaforados molinos, que te dan pavor
cuando los ves como seres extraterrestres en las curvas,
contracurvas, cuestas y contracuestas de la N-340, semejan como
una aventura, una locura del viento más. En Tarifa están los
locos del viento de Valdevaqueros, que vienen desde toda Europa
con sus furgonas para coger olas con sus tablas de vela cuando
hay un levante guapo de fuerza 6, o, cuando la fuerza es menor,
para navegar impulsados por esa cometa a la que llaman en inglés
"kite", que es el quite que su afición hace a la falta de
térmico en condiciones. En Tarifa está un loco del viento
prodigioso, que se llama
Juan Luis
Muñoz, llamado El Sabio de Tarifa.
Yo más bien lo llamaría El Filósofo Eólico. Juan Luis es un
enamorado del viento. Hay quien se enamora de una mujer y quien
se enamora de un viento. En su comparsa
"Los buscavidas", Antonio Martín cantó en un pasodoble
inolvidable a los dos vientos que, como dos novios, rondan
la calle a Cádiz, el poniente y el levante. Juan Luis es el
novio del levante. Es la única persona del mundo a la que yo he
visto piropear a un viento, como si fuera una mujer. Almorzando
un día con él junto a las cristaleras del Hotel Dos Mares (la
mare que parió al levanta y la mare que parió al poniente), el
filósofo eólico se puso a observar el movimiento de las
palmeras, el color de la mar, las olas, y entusiasmado me dijo:
-- Mira qué levante más guapo está empezando a
saltar...
Levante guapo. Un piropo de novio. El levante
es la liebre de la mar. Salta cuando menos te lo esperas, y
échale un galgo a saber cuándo va a acabar. No sé cómo en
Sevilla no hemos tenido una levantera importante en estos días,
de las que piropea Juan Luis. En Sevilla ha plantado su carpa el
Circo del Sol. Y en Cádiz se dice que cuando llega el circo,
viene el levante, y que no sé va hasta que los payasos se han
pegado ya todas las bofetadas que tenían que pegarse. Hasta el
punto que creo que Teófila ha urbanizado el solar de Telegrafía
sin Hilos, que era donde los circos plantaban su carpa,
precisamente para esto, para librar a la Tacita de circos y de
levanteras, como las murallas del coro de Julio Pardo la
libraron de la explosión de 1947. Si por Juan Luis fuera,
plantaba un circo permanente en Tarifa. Es lo que hay que hacer,
señor alcalde tarifeño, poner un circo estable, para que no les
falte levante nunca a los loquitos del viento que tan buenos
euros dejan. Ni les falte a los molinos de las energías
alternativas, puestos por otros enamorados del viento, que en
lugar de conectarse con Los Ratones Coloraos, como el novio del
levante, se conectan directamente con la red de Endesa. Que me
ha dicho Juan Luis que paga mucho mejor que Quintero.
Sobre Tarifa, en El
RedCuadro:
Tarifa, entre dos mares
Tarifa en invierno
Tarifa y el conserje del Prado
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