|
Han
despelechado o se han quedado sin pintura las anónimas brochas
que escribían en las paredes en aquellas horas: "Antes de votar
queremos saber". Los que daban las órdenes a las brochas podían
haber dicho que tuvieran un detalle con nosotros, y que
escribieran: "Una vez que hemos votado y que los echamos, nos
importa un carajo saber (perdón por lo de carajo)". No se
explica que lo que interesaba tanto a la hora de las urnas pase
ahora a la Comisión de Secretos Oficiales y no ocurra. ¿No
querían saber? ¿Por qué callan ahora ante los secretos
oficiales? En el colegio decíamos: "Secretitos en reunión son
falta de educación". De educación cívica, de madurez de ese
pueblo que dicen que es tan sabio y que a la vista está cómo
compra todas las motos que quieran venderle, con tal que se las
vendan bien, cosa que nunca logró aprender el PP.
A falta de banquillo, quieren sentar a Aznar
en la Comisión de Secretos Oficiales. A muchos les pediría el
cuerpo llevarlo ante el Tribunal de Crímenes contra la Humanidad
por haber cometido la villanía de enviar un buque-hospital y
unas plantas desalinizadoras de agua a Irak.
Por eso tenían que haber hecho todos como
Rato. La guerra de Irak ha pasado por Rato según aquella
definición del catecismo del Padre Ripalda: "Como el rayo de sol
por el cristal, sin romperlo ni mancharlo". Los ministros son
corresponsables de las decisiones de sus gobiernos, excepto
Rodrigo Rato, que el día que se decidió la escenografía de la
foto de las Azores estaba en la cama con 39. Con 39 amiguitos
suyos, entre ellos Polanco, en la cama redonda de entregar todos
los recursos del poder al adversario y de poner a los enemigos
en plantilla, a fin de que luego le agradecieran los servicios
prestados. Está Aznar con tratamiento contra la depresión y está
Rato con tratamiento de jefe de Estado como director del Fondo
Monetario Internacional y no hay quien le tosa, ni quien le diga
una voz más alta que otra. Ni éste era un asesino, ni éste
engañó al pueblo con lo de la ETA en las bombas del 11 de marzo,
ni éste nada de nada. Su clarividencia impoluta le ha hecho
predecir que la cosa se va a poner chunga con el barril de
petróleo a 37 dólares, qué lumbrera de la economía... Y mientras
sus antiguos compañeros de gobierno, de prepotentes oficiales
del Reino, pidiendo una limosnita de listas europeas. ¡Cuánta
injusticia hay en el mundo! A uno lo han mandado al FIM y a los
demás, con iguales méritos, a la mierda...
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|