ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¿Nuevos Andenes del Museo?

NO sabemos nada sobre Sevilla. Mucho hablar de memoria histórica, y no habría pasas suficientes en Corinto para suministrar la cantidad de rabitos que necesitamos para recordar los antecedentes de esta Sevilla donde está casi todo inventado... y olvidado. Parece que nunca hubiera habido tranvías y que las cofradías nunca se hubieran echado a la calle con cables y postes. Cuando se hablaba de poner los tranvías, recordé aquí a Ricardo el Balilla y que gracias a los tranvías existe lo de «¡Al cielo con Ella!». Copio y pego lo del 20 de septiembre de 2004: «Viernes Santo por la mañana. 1952. El palio de Los Gitanos, como el tranvía de Nervión, el 25, va por Almirante Apodaca. Lo manda el capataz Salvador Dorado. El Gordo Penitente. El cargador del muelle, costalero, miliciano de Triana y oficial del Ejército Popular de la República que evitó que los rojos (sí, he puesto los rojos, ¿pasa algo?) quemaran al Cachorro en el 36, por lo que terminada la guerra no lo fusilaron los nacionales. Está el palio parado en los Juzgados. «Venga ya esa levantá», dice el fiscal de paso. Y El Gordo Penitente, tras mirar a los cables del tranvía, para animar a sus peones, antes del golpe de martillo grita:

-¡A los cables!

Al Balilla, que va de patero y es el poeta de guardia que Sevilla siempre tiene, los cables del tranvía le parecen demasiado prosaicos para la Virgen de las Angustias. Y, voz de alpargata y sudor tras el faldón, corrige al Penitente:

-¡No, a los cables, no! ¡Al cielo con Ella!».

Hasta aquí lo que escribí hace cuatro años, cuando nadie sospechaba que iban a poner estos cables y estos postes del tranvía. Tan horrorosos. El relato demuestra la antañona coexistencia pacífica de cofradías y tranvías, que también se la han cargado, al querer inventar Sevilla. Quien lo dude, que visite la Guía Cofradiera de Cajasol y busque allí la Galería Gráfica con fotos de Gelán, Serafín, Vilches o Cubiles. Está en Internet: www.guiasemanasanta.com/sevilla/es/galeria.php. Si repasan esas fotos históricas, verán cofradías junto a los postes del tranvía del Puente Triana, del Puente de San Bernardo o bajo los cables de fachada a fachada en La Campana, donde ponían a un tío con una caña la mar de larga (como la pértiga de los bomberos esta Cabalgata) para levantarlos y que pudieran entrar los pasos.

Y me extraña que nadie haya recordado (te lo brindo para tus envíos de correos electrónicos, Manuel Marchena) que gracias a los tranvías existe esa maravilla del Lunes Santo que es El Museo por el Andén del Ayuntamiento. ¿Saben por qué pasa El Museo por el Andén y no por medio de la calle? Porque los cables del tranvía, que tenían su parada en la acera de los quioscos de la Plaza Nueva, daban mucho por saco a los pasos y los capataces se quejaban. Hasta que un año la hermandad dijo «ea, se acabó», y decidieron atajar la calle y tirar por el camino más corto desde el Arquillo a la calle Tetuán: por encima del Andén. Aquella primera vez, a la Virgen de las Aguas la Banda de Soria, que era la que entonces llevaba, le tocó «Amargura» (sin ese, pero con repeluco final, que es lo que debe tener) y todos, hermandad y público, incluidos los clásicos cangrejeros del Museo, quedaron encantados. Cada vez fue yendo más gente a verla por el Andén entre los naranjos en flor, y cada vez el palio de Las Aguas fue llevado con una chicotá más larga, hasta lo actual de cronometrar cuántos minutos dura, o cuántas «Amarguras» (ahora sí es con ese, porque es plural).

Como antes con el grito del Balilla o con El Museo por el Andén, no sabemos qué sorpresas puede deparar este año el tranvía a las cofradías que cambiarán de itinerario por su culpa. Yo de momento estoy deseandito ver el barco de la Carretería cruzando como dicen la Plaza Nueva en diagonal, del tirón, por el camino más corto, desde la calle Barcelona a Tetuán, evitando los cables. ¿Qué dirá San Fernando cuando vea que le llevan hasta los pies mismos de su caballo esa maravilla romántica del barco carretero? ¡Qué dos lágrimas de bronce se te van a caer, Santo Rey, cuando veas en los antifaces de terciopelo azul la Cruz de Santiago de tus conquistas y, en el estandarte, las flores de lis de tu primo San Luis rey de Francia, y esa Banda de las Cigarreras venga detrás del Cristo de la Salud tocando «Virgen del Mayor Dolor» y sonando a Patón en la tristeza antigua de la tarde del Viernes Santo!

 

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