FERNANDO SANTIAGO
'Andalucía ¿tercer mundo?'
FERNANDO SANTIAGO
EL PAÍS - 10-07-2006
Este año se cumplen 35 de la publicación de un libro que
ayudó de manera especial al despertar de la conciencia
andalucista, Andalucía ¿tercer mundo? de Antonio
Burgos. En su momento fue un ejercicio de valentía, casi
temerario. Eran tiempos oscuros donde dar una versión
distinta a la oficial conducía a la cárcel, al destierro o a
sitios peores. Por archisabido no es menos necesario
recordarlo para entender el impacto de un libro que supuso
el descubrimiento para muchos de la compleja identidad de
nuestra tierra, de las contradicciones que asolaban su vida
y a sus gentes. Fue un joven periodista sevillano el que
tuvo el valor de poner en un libro una serie de reflexiones
acerca de Andalucía , algunas de las cuales todavía están
vigentes. Pasados los años se ve el valor de aquella
publicación, que coincidió en el tiempo con otra de un
comunista y cristiano catalán, Alfonso Carlos Comín:
Noticia de Andalucía, sobre la dura realidad de los
trabajadores andaluces. Ambos libros acercaron a mucha gente
la vida de una Andalucía que no salía en los libros, ni en
los periódicos ni en las televisiones. Una Andalucía por la
que se luchaba en la clandestinidad de despachos
laboralistas, parroquias y lugares ocultos donde decir lo
que no se podía a la luz. Burgos sigue así el hilo conductor
que habían dejado en las cunetas de la muerte y la represión
los integrantes de las Juntas Liberalistas y, de una manera
especial, Blas Infante. Antonio ha escrito luego libros de
éxito, como los que ha dedicado a la copla española o a los
gatos, ha hecho coplas andaluzas y de carnaval. Incluso
alguna novela, como Las cabañuelas de agosto, pero
con que hubiera escrito Andalucía ¿tercer mundo? en
el momento que lo hizo es suficiente para que la sociedad
andaluza le reconozca el valor de su aportación para luchar
contra los tópicos que tanto daño han hecho .
Burgos recupera la visión de una tierra que empezaba ya a
sentar las bases de su explosión futura, sobre todo la que
vivió a partir del referéndum del 28-F y alumbró un nuevo
Estatuto. Con el tiempo sería la Andalucía que se ganó la
autonomía, que no se la regaló nadie en disposiciones
adicionales de la Constitución apelando a no se sabe qué
derechos históricos, la única comunidad que votó dos veces
por su autonomía y que se ganó a pulso estar en el club de
las de primera categoría con lo que contribuyó a refutar los
más recalcitrantes tópicos que se denunciaban en el libro
del escritor sevillano. Burgos ha sido maestro de
periodistas desde el Abc (cuando se decía que era un
periódico de derechas escrito por rojos) o desde
Informaciones de Andalucía, que supo decir que no a las
presiones de los maestrantes y abandonar su periódico de
toda la vida al que el tiempo le traería de vuelta. Desde
los periódicos en los que ha estado siempre ha sabido
analizar la diversidad de Andalucía, ha sabido entender la
distinta manera de mirar el mundo desde ciudades portuarias
y cosmopolitas como Cádiz y otras vinculadas al trabajo de
la tierra en la vega del Guadalquivir, como Sevilla. Por
influencia de Burgos, Abc fue el periódico que más
trató los carnavales de Cádiz cuando a casi nadie interesaba
esta fiesta. Ni que decir tiene que no comparto muchas de
las opiniones políticas de Antonio Burgos. Pero creo de
verdad que Burgos se merece como nadie la medalla de oro de
Andalucía. Tanto como muchos otros que la han recibido ya.
No sólo por este libro, sino por su magisterio sobre
periodistas y por su incansable defensa de los valores
andaluces. El tiempo ha llevado a Antonio Burgos a
posiciones de crítica extrema hacia el gobierno de la Junta
de Andalucía, de España y de la ciudad de Sevilla. Le dedica
su libro a su padre, un bracero, y a su hijo "con la
esperanza de que llegue a ver una Andalucía más justa".
Estoy seguro que la de hoy es más justa y más próspera que
la que alumbró este maravilloso libro. Las enseñanzas en él
contenidas ayudaron a muchos a trabajar para cambiarla.

IGNACIO MARTÍNEZ
La cuota del disidente
IGNACIO MARTÍNEZ
Diario de Sevilla, 1 noviembre
2006
IMAGINO a los jefes de la Junta en la grata tarea de
pensar los nombres de las personas que van a ser
distinguidas como hijas predilectas o medalla de Andalucía
el 28 de febrero. Estos reconocimientos empezaron
brillantemente en 1983, con una alineación de predilectos
que ya quisiera el Premio Nobel: Mairena, Alberti, Guillén,
Segovia, Carande y un Nobel oficial, el de Literatura
del 77, Vicente Aleixandre. Después se crearon las medallas
en el 85, que eran de oro o plata hasta que alguien tuvo la
feliz ocurrencia de unificar las categorías. La lista de
personas con estos títulos es larga. Se ha ido depurando el
método de selección; asociaciones diversas, partidos,
patronal, sindicatos y ciudadanos de todo tipo se dirigen a
la Junta con sugerencias. El Parlamento no interviene y es
el Consejo de Gobierno el que delibera y decide.
Con el tiempo, se ha creado un sistema que acoge a las
provincias, a jóvenes, a empresarios, a mujeres, a artistas…
El último año incluso se inició un nuevo grado, la
aristocracia, con la duquesa de Alba, una hija predilecta
protestada de manera nada discreta por el SOC. Pues bien, me
permito proponer una cuota original, la del disidente. La
Junta debería cada año nombrar hijo predilecto o darle la
medalla a un insigne andaluz que se haya distinguido por ser
un disidente de categoría con el partido en el Gobierno. Lo
de categoría debe entenderse en una doble acepción: calidad
e intensidad.
Toda innovación supone un riesgo. El año pasado, sin ir
más lejos, se justificó el título a la duquesa por su
condición de empresaria y mecenas. Aunque pienso que fue más
bien por ejercer de andaluza popular. Tengo ya escrito que
para premiar a un aristócrata, grande de España y gran
empresario agrario, teníamos a Jaime de Arteaga, duque del
Infantado. Y, en el capítulo de la cultura, a Ignacio
Medina, duque de Segorbe.
Para que no pase lo mismo con la cuota del disidente
me atrevo a sugerir un nombre: Antonio Burgos, poeta,
novelista, ensayista y periodista. Este año se cumple el 35
aniversario de la publicación de su ensayo Andalucía,
¿tercer mundo?, libro capital del moderno regionalismo
andaluz, escrito a los 27 años, entre 1970 y 1971. Libro y
autor deberían estar en el Museo de la Autonomía andaluza,
pero no caben: los mauser y Franco ocupan mucho
sitio. Es sorprendente que en 20 años no haya habido ocasión
de darle a Burgos la medalla de Andalucía. Pues bien, le
sería muy difícil a Chaves encontrar a un disidente de más
categoría. Esta cuota sería muy rentable para el Gobierno:
no nos engañemos, mientras más altura tengan los disidentes
y más reconocidos estén, más prestigio tiene quien les
premia.
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