ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Un millón de carriolas

NO sé si ha ido usted a Puerto Banús y allí, en el muelle de Benabola, junto a la antigua fortificación de vigía costera que llaman Torre del Duque, ha visto los lujosísimos yates de los jeques árabes, que son contemplados, boquiabiertos, por los excursionistas del Inserso a los que el autobús acaba de dejar junto a la Grey de Albión. Bueno, pues en los días de Pentecostés que se acercan, las carreteras y caminos de Andalucía la Baja se convierten en una especie de Puerto Banús con gaitas y tamboriles, porque ríase usted de las comodidades de los yates de los moros ricos al lado de los refinamientos, comodidades y prodigios de un invento único de nuestra tierra, nuestra aportación a las grandes tecnologías mundiales: la carriola rociera.

Rociera o no tan rociera. El domingo pasado, en esa romería que en Andalucía la Baja ignoramos, pero que tiene tanto arraigo allí como aquí los ritos almonteños, en la Virgen de la Cabeza de Andújar, riscos de Sierra Morena arriba, pudieron verse también toda suerte de carriolas.

—Pero no las compare usted. Las carriolas de la Virgen de la Cabeza son de ir la gente montada, no de vivir dentro de ellas. Las de Andújar son como jardineras para subirse, con un techito y unos bancos largos a cada lado, igual que aquella en la que salió La Pantoja con Julián Muñoz cuando fueron a poner el mingo el domingo de Rocío. Y la verdadera carriola del Rocío es otra cosa completamente distinta. Usted lo ha dicho ahí arriba: son como yates, que en vez de navegar por la Costa Azul surcan las arenas de la Raya, la Raya, la Raya Real...

La carreta del Rocío, la antigua carreta de los bueyes y de las coplas de los Hermanos Reyes, ni se crea ni se destruye, sino que se transforma en carriola. Las carretas, lo leerían, hasta tienen que subvencionarlas. Hay un PER de carretas. La carriola, en cambio, para quien la trabaja. Lo bueno es la carriola. La carriola no sólo es como un yate sin anuncio del Martini, como una ruló sin camping, sino más que todo eso: como un prodigioso apartamento rodante, la Casita de la Ratita camino de Almonte. ¿Cuánta gente puede dormir en una carriola? ¿Cuántas comodidades pueden ponerse en ella? Infinitas. Si aún no ha llegado la carriola con agua corriente calentada por energía solar, este año podrá verse en el camino. Que una carriola tenga su duchita para el polvo del camino ya no es noticia. Lo sería que no la tuviera. O que no tuviera váter químico. O que no tuviera grupo electrógeno. Que eso de que «las noches del camino no se han hecho para dormir» lo escribió un letrista harto de escuchar los motores de los grupos electrógenos de las carriolas, ruuuuuuuuuuuuuun. Y del butano, ni te cuento. No hay nada más típico que el clásico butano rociero. Igual que en la aldea han levantado un monumento al tamborilero, le deberían poner uno al butano rociero del camino.

Y otro al inventor de la carriola. ¿Quién fue el primero que dijo que, harto de buscar bueyes y boyeros, decidió convertir la batea del remolque de un tractor de su finquita en carriola? Espero que algún lector lo sepa y me lo comunique antes que salgan las carretas.

—No, antes que salgan las carriolas.

Dice usted bien. Más que las carretas, las que salen son las carriolas. Las nuevas tecnologías andaluzas aplicadas al camino, en esas carriolas que tienen de tó, llevan de tó, cabe de tó y puede dormir en literas el Regimiento Soria 9 y además sobra sitio para llevar 500 trajes de flamenca perfectamente colgados. Hace un mes que están los dueños de las carriolas montándolas, poniendo cortinas, colchones, colchonetas y la novedad de la cama hinchable, la gran aportación de la teletienda al Rocío 2008. María del Monte va a tener que cambiar la letra: «A la sombra de los pinos», no; sobre la cama hinchable que trae la carriola de mi prima, que tiene las cortinas granas. ¿Y la terracita trasera de la carriola, con su barandita? Me encanta. Es lo que más me gusta de la carriola. Me chiflaría hacer el camino repanchigado en mi butaca de plástico, en la terracita de mi carriola, tragándome el polvo y el gasoil de los tractores. ¿Y esas ventanitas pintadas de trampantojo, con sus macetitas? Deberían contar las carriolas. Mucho hablar del millón de romeros que van al Rocío, pero yo creo que lo que va más bien es un millón de carriolas. Para presumir como los jeques árabes con su yate.

 

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