ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Rebajas sin vender una escoba

EN Sevilla hay más crisis económica que procesiones de gloria o navajeos en las elecciones de las cofradías. Pero como si fuéramos ZP, tratamos de disimularla. Mientras no descienda el consumo de espumosa fresquita, ¿no, Julio Cuesta?, aquí no habrá verdaderamente crisis. ¿Quieren un indicador de la aparente prosperidad? El Tremendo ha vuelto a abrir. El día que los grifos de los tanques de salmuera dejen de despachar barriles y más barriles de Gambrinus sí que será indicador evidente de que estamos absolutamente tiesos. Mientras tanto, estarán vacías las notarías, y el Registro de la Propiedad criará telarañas, y cuando en un banco concedan una hipoteca llamarán al Carmen de Salteras para que toque la Marcha Real, y cuando Inmobotero o Narciso Flores vendan un piso de segunda mano darán una copa para celebrarlo y llamarán a Pepa Juste para que los saque retratados en el ABC.

Yo le he hecho a la crisis económica de Sevilla la prueba del algodón. La prueba del Don Algodón más concretamente, que no engaña. La prueba de los escaparates de las tiendas de ropa. Para realizarla me he ido a ese paraíso de los canis que es el Nervión Plaza, en cuya plaza central están la chavalería disfrutando de lo lindo en los aparatos de pegar saltos, que me recuerdan los saltos que pegaban antes los que daban el pelotazo. ¿Te acuerdas cuando Sevilla era el paraíso de la especulación inmobiliaria? Como esos cacharritos para que los niños peguen saltos en el Nervión Plaza son gratis total, está llena esta Calle del Infierno por la cara.

Pero la que está vacía es la Calle del Infierno de las tiendas. ¡Las fatiguitas que está pasando el comercio! Esto sí que es la desaceleración del consumo interior. Del interior del Nervión Plaza. Cuyos escaparates cantan la gallina de la realidad. Mayo se acaba de ir, con su exaltación de la Pura y Limpia en mi barrio, y estamos a comienzos de junio. Hace todavía un frío que pela. El verano está en puertas, pero no se acaba de convencer de que tiene que venir a Sevilla a hacer calentamiento por la banda. Yo no sé cómo hablan del calentamiento global, si en pleno mes de junio, por las mañanas, hace un frío del carajo.

Quiere todo ello decir que la temporada comercial del verano aún no ha comenzado. Como no comenzó la de primavera hasta bien entrado mayo. Así que están nuevos y flamantes con sus colecciones de verano enteritas, por estrenar de ventas, los escaparates de las tiendas de ropa de señora y de pantalones piratas y camisetería de caballeros canis. (Ojo, camisetería, no camisería. La camisería es otra cosa: es Galán y es Javier Sobrino.) Se ve a leguas que estas tiendas, con este tiempo (climatología dicen los cúrsiles), no han vendido una escoba.

Y hay tal crisis, que antes de que hayan vendido una sola prenda ya han tenido que poner las rebajas de verano. Bueno, las «rebajas» como tales, no. Esa palabra está todavía prohibida. El Estado, tan ordenancista, le organiza la vida a los comerciantes, que no pueden abrir la tienda cuando les sale del alma, los días y a las horas que quieran, ni pueden tampoco poner las rebajas cuando tengan por conveniente. Los comerciantes, aunque estén tiesos y sin vender una escoba, no pueden poner «rebajas». Pero igual que ZP le llama desaceleración a la crisis, ellos le dicen «promoción» y «oferta especial» a estas rebajas que no tienen más remedio que poner, porque aunque no hayan vendido ni un pantalón ni una blusa de verano, las letras de los fabricantes están ahí, y la nómina del personal, y los seguros sociales, y los gastos generales no saben que no hay quien venda nada.

Da terror y pavor pasear por el Nervión Plaza y ver esos gritos de la crisis pegados a los cristales de los escaparates llenos de artículos sin vender: «Promoción 50%», «Oferta Especial 30%», «Lleve 3 y pague 1». Si ahora, que aún no ha comenzado la temporada de verano por culpa del mal tiempo estamos así, ¿qué será cuando llegue julio, que era la clásica época de las Rebajas de Julio?

—Tranquilo, Jordi. No Passssa Nada. Mientras no haya rebajas de Julio...Cuesta, que no se venda ni un botellín de Cruzcampo, en habiendo espumosa, aquí no hay crisis del consumo ni hay nada. Aquí no hay más que gloria bendita y venga procesiones de gloria...

 

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