ANTE la huelga de camioneros caben dos posturas: o mosquearse o tomarla por el lado positivo.

—No, cabe una tercera, la de ZP: mirar para otro lado, disimular, y ponerse a silbar «Paquito el Chocolatero». O decir que a él que lo registren, que de la subida del gasoil tiene la culpa Trichet, el del Banco Central Europeo. Por cierto, de las tres posturas, ¿usted con cuál se queda?

¿Con cuál va a ser? Con la de mirarla por el lado positivo. Tras hacer, eso sí, una reserva inicial: muy bien que se ejerza el derecho a la huelga; pero debe ser respetado igual que el derecho al trabajo, que nadie defiende en circunstancias como las actuales. Ir a trabajar es tan democrático y constitucional como ponerse en huelga. Pero ocurre a menudo que cuando hay huelga, si quieres ejercer tu derecho al trabajo lo más probable es que acabes en Traumatología, pues sabemos qué entienden por «información» los piquetes informativos.

Hecho el distingo, tomo la huelga por su lado positivo. Hombre, menos mal que hay en España un sector que no se apunta al fácil No Passssa Nada de la sociedad subvencionada y trincona, y se echa a la calle, y planta cara al Gobierno, y dice las dos frases inéditas, gracias a cuya ausencia se perpetúa el poder de los ineptos, incompetentes y despilfarradores: «Aquí estoy yo» y «hasta aquí hemos llegado».

Los camioneros no creo yo que estén más con el agua al cuello que los pequeños comerciantes, que los que viven de una nómina, que los profesionales a los que se les ha venido abajo su actividad, que los becarios mileuristas, que el frutero de mi barrio o que el notario cuyos legajos crían telarañas. Los camioneros no creo yo que estén más cabreados que los pescaderos que hoy están sin salmonetes y sin pez espada que vender por causa de la huelga y del amarre de la flota pesquera. Tampoco creo yo que estén más mosqueados que los pescadores de Isla Cristina. Ni que los agricultores de la crisis del algodón, que el algodón sí que no engaña sobre la ruina del campo, y la que ha de venir cuando se acabe la sopa boba de las subvenciones europeas. Los camioneros no creo yo que estén más achuchados que la viuda que ve cómo la pensión no es que no le llegue ya al día 30, sino que no pasa del día 20, y sus hijos, además, no pueden ayudarla, porque están hasta las trancas con el subidón que ha pegado la leche que mamó el euríbor y tienen que pagar todos los meses 300 euros más de hipoteca que antes. Los camioneros no creo que estén más mosqueados que todos estos sectores sociales que digo yo que alguno votaría a este PSOE que nos ha llevado a la ruina: los Gobiernos no vienen por inspiración del Espíritu Santo, sino porque los vota la gente mayoritariamente. ¿No queríais PSOE y Gobierno de Progreso, hijos míos? Ea, pues ahí tenéis PSOE, ¡hartaros de PSOE, so..........................! (escriba usted mismo aquí el adjetivo que le merezcan los que con sus votos trajeron este Gobierno).

Y cuando España entera está sufriendo la crisis, y estamos como el betunero del Gallo Azul de Jerez le decía a Agustín García Mier que andaban los señoritos que paraban en El Lebrero:

—¡Tós tiesos, don Agustín, tós tiesos!

Cuando todos estamos absolutamente tiesos sin ser socios del Lebrero, no por culpa de Trichet, sino de este Gobierno incompetente que ni reconoce que hay crisis, resulta que aquí los únicos que le han echado al asunto dos... camiones han sido los transportistas. Hombre, menos mal que hay una parte de España que no practica el No Passssa Nada, una parte de la sociedad civil que no da encefalograma plano y no se las traga todas, entre el miedo y la conveniencia, entre la comodidad y la cobardía. Los votos del coraje que no se echaron en las urnas el 9-M, con la que entonces estaba cayendo ya en la economía, son los que ahora ponen los camioneros sobre la carretera. Que digo yo que si los camioneros no hubieran votado también al PSOE, a lo mejor ya se habían tomado medidas contra la crisis y no estábamos como estamos. Pero principio quieren las cosas. Por algo se empieza. Con los camiones parados Sí Passssa Algo.