ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Araujo también pide un coadjutor

El Maestro Araujo, en frase redonda como los Balones de su Cámara, le ha dicho a J. Félix Machuca que lleva más años de radio que Pilatos con la palangana. (No podía ser Caifás con el sillón, no, tenía que ser la palangana. ¡Anda que no es sevillista ni ná!). Como que yo creo que cuando Marconi inventó la radio ya estaba allí Araujo retransmitiendo un partido con el patrocinio de Catrasa, Tysa y Ferrimóvil, y dando la publi de ese almacén de Alcalá donde si vas a comprar a las 7 y media de la mañana te pagan el desayuno, te untan la manteca colorá en la viena y hasta le dan la vuelta al azúcar de tu cafelito. Marconi inventó la radio y preguntó:

—¿Ha nacido ya en Alcalá un niño que se llama Sánchez Araujo? Es que si no ha nacido y no hay narrativa, no sé para qué coño quiero yo haber inventado la radio.

La genial Narrativa Araujo. Más que de Narrativa Araujo, he hablado, y con orgullo al oírlo, de Fonética Araujo. Fonética candeal, de Alcalá, patria a la que nunca renuncia este gran periodista deportivo, más bueno que el pan, que las bizcotelas de San Joaquín, que las tortas de San Mateo y que todo el santoral dulcero de la orilla del Guadaira. Siendo de Alcalá de los Panaderos, es lógico que Araujo dé tantas noticias calentitas: están acabaditas de sacar de su horno fonético. Jesús Quintero es de San Juan del Puerto, y cuando habla por la tele no se le nota, porque trata de disimularlo; le da vergüenza ser cateto. Araujo es de Alcalá, y cuando habla por la radio tiene a gala que se le note. La Fonética de la Narrativa Araujo es un permanente triunfo de los pueblos frente a la capital. La capital se come a los pueblos, excepto a Alcalá, que habla por boca de Araujo. El ceceante Araujo ha conquistado a la seseante Sevilla. El medio es el mensaje. Lo que dice Araujo interesa sobre todo por cómo lo dice. Porque habla como todos hablamos. Araujo, con su naturalidad, con su espontaneidad, nos da una gran confianza en nuestra fonética de pueblo, en nuestra habla de barrio. Los hablantes sevillanos sentimos ante Araujo el mismo orgullo de cuerpo que experimentaría El Cojo Peroche viendo bailar a Enrique el Cojo. En Sevilla un cojo puede llegar a ser maestro de baile y un alcalareño orgullosamente ceceante, maestro de la locución deportiva.

Dicen que el Maestro Araujo se va, al cumplir la edad reglamentaria. Se retirará, estoy seguro, como su admirado Curro en La Algaba: sin anunciarlo previamente, sin armar ruido. Pero hay algo de la marcha del Maestro Araujo que con la cosa de la palangana de Pilatos se le olvidó decir, y, por tanto, a J.Felix Machuca ponerlo en la entrevista. Lo añado yo por mi cuenta, en exclusiva mundial. Se trata de la sucesión del Maestro Araujo en la sede radiofónico-deportiva de la calle González Abreu. El notición merece un punto y aparte.

Señores: Araujo, al ver que se acercaba la edad reglamentaria del adiós muchachos compañeros de mi vida, le ha pedido insistente y voluntariamente al Papa, perdón, al director de la SER, que le nombre un coadjutor. Y así ha sido. El baranda máximo de la SER le va a mandar un coadjutor para que fraternalmente, a partir de enero, lo vaya imponiendo en la Cámara de los Balones y en la narrativa del partido de los equipos sevillanos fuera de casa. El coadjutor viene de Radio Córdoba, porque así sale más baratito el billete, hay lanzadera del Ave. Araujo, como marca la tabla, está encantado con que lo manden a su casa, y con que le den la bofetada de imponerle un coadjutor con derecho a sucesión en el micrófono. Es la Norma Hispalense. Y con la Ojana que supone tal norma, Araujo se lo repite a todo el que se encuentra por la calle: «Que conste que el coadjutor lo he pedido yo, ¿eh?, no te vayas a creer que me lo han impuesto. ¡Qué alegría más grande que Roma, digo, que Madrid me haya mandado ya al que me va a poner en Alcalá con el billete de vuelta en el autobús de Casal! Yo lo he pedido tan insistentemente que me lo han concedido. ¡Qué alegría cuando me dijeron que me ponían el coadjutor que yo había pedido!». Si es por jubilación forzosa al cumplir la edad reglamentaria, y si es por ojaneta de la calle Goyeneta, el Maestro Araujo ha querido que sea así. Insisto: el coadjutor lo ha pedido él, ¿eh? Hombre, no va a gastar Araujo menos falsedad que el otro que usted sabe, ¿no le parece?

 

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