Pues yo no me lo creo. No me creo que sea el auténtico, el genuino, el chachi, ese Pensador de Rodin que han plantado delante del Ayuntamiento, en el Andén de la larga chicotá de Las Aguas el Lunes Santo, en el Andén de los viernes de bodas civiles en el Salón Colón, cuando siempre hay allí una novia esperando, acompañada por unos tíos vestidos de chaqué, que no se sabe bien si son los testigos del novio o el Consejo de Cofradías para salir en el Corpus.

No me creo que los franceses, con lo que son, hayan dejado salir la verdadera escultura del Museo Rodin de París. Este Pensador tiene que ser más falso que el secuestro del maromo de Falete. Este Pensador es como la copia del Giraldillo. Tan increíble que sea el verdadero como si plantaran en la Plaza Nueva el David de Miguel Ángel, o el David de Donatello.

—O el David Soto de los turrones, que es el que falta allí, con su puesto, entre tanta caseta de nacimientos en la plaza de San Francisco y de libros antiguos en la Plaza Nueva.

Pero, vale, aceptamos Pensador como animal de compañía de las novias por lo civil de los viernes en el Andén. Nunca Sevilla fue tan plato de segunda mesa como ahora. ¿Saben ustedes por qué el Pensador está sentado en sus 650 kilos de bronce? Porque viene muerto. Cansadísimo de los tumbos que está dando por toda España. Antes que en Sevilla, los pagaches de La Caixa lo han llevado a Málaga, lo han llevado a Granada, lo han llevado a Palma de Mallorca y lo han llevado a Valladolid.

—¿Y a Benacazón (en adobo) no lo han llevado antes que a Sevilla?

Porque no se les ha ocurrido, que, si no, lo llevan a Benacazón, como son, son. O mejor a Matalascañas, donde como si no hubiera playa que arreglar, el alcalde de Almonte, en plan Barceló, se gasta el dinero de los sevillanos en poner esculturas tan malas como inútiles y tan inútiles como malas. Anda que la que ha puesto en la rotonda de la Torre Almenara, tipo catetada de Marina Dor, es bonita...

Pero los sevillanos somos tan noveleros, ay, que estamos encantados con el Pensador de Rodin esperando a su novia debajo del reloj de Ayuntamiento. Pasa como con la Venus de Itálica, que estaba la pobre muerta de risa en el Museo Arqueológico, y hasta que Focus no la ha llevado a Los Venerables nadie le ha echado cuenta. Digo que pasa como con la Venus porque el Pensador de Rodin estaba ya en Sevilla, y no desde ayer por la mañana, sino desde 1926. En esa fecha lo pintó Enrique Orce en su monumental retablo cerámico de publicidad del coche Studebaker que está donde el antiguo bar de señoritos The Sport y actual Joyería Chico. En ese azulejo monumental en trance de destrucción vandálica, las señoras que van dentro del coche vestidas como fueron la otra tarde al té inglés de la revista «Escaparate» en el Alfonso XIII, igual de cúrsiles, admiran la escultura del Pensador rodiniano, que está en unos jardines. ¿Le ha echado cuenta la gente a este Pensador del Studebaker? Ninguna. Se lo están cargando los gamberros. Así que mejor que haber traído el Pensador de Rodin cuando estaba ya harto de dar vueltas por España, digo yo que La Caixa podría haber convidado a Sevilla a restauración del Pensador del azulejo del Sport.

Y esto es lo que está pensando el Pensador delante del Ayuntamiento. Esto, y más cosas, que a modo de bocadillo con burbujitas de tebeo se las pongo aquí:

—¿Cómo es posible que los sevillanos no se den cuenta de que este Ayuntamiento se está cargando la ciudad, con lo bonita que era?

—¿Cómo un tío que nada más que sacó 25.772 votos puede ser el que mande en una ciudad donde el PP ganó las elecciones?

—¿Cómo viene tanta gente a verme a mí, que nadie me quita de mi pensativa cabeza que soy una copia del original, cuando estos tíos tan noveleros no conocen los prodigios que hay en el Museo de Sevilla, donde iba a diario Juan Miguel a copiar las maravillas de Murillo y Rafael?

Y de lo que piensa el Pensador cada vez que ve llegar al Tranvía Inútil, ni les cuento, lo que larga por esa boquita...