ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Las almejas son de derechas

Usted se creía, quizá, que el ilustrísimo señor don Antonio Rodrigo Torrijos, primer teniente de alcalde del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla, y gala y prez de la izquierda y del progresismo, tenía sólo el respaldo apabullante de 25.772 votos en una ciudad de más de 700.000 vecinos. Si tal pensaba, estaba usted muy equivocado. El citado ilustrísimo señor primer teniente de alcalde (a tal alcalde, tal teniente), tiene unas prendas de inteligencia, conocimiento y ciencia que no han sido valoradas suficientemente, y que a menudo son tiradas por tierra por los fachas. Gracias a esta eminencia de la ciencia política sabemos a cada momento lo que es verdad dubitada o verdad indubitada. Entre las primeras se encuentra todo lo perteneciente o relativo a Los Remedios o al Distrito Casco Antiguo, que les den por saco, que votan al PP. Entre las segundas, los grandes descubrimientos científicos, sociales y culturales que la gran inteligencia del ilustrísimo señor primer teniente de alcalde tiene a bien comunicarnos a los sevillanos. Por ejemplo, que en Navidad no celebramos las Pascuas, sino el Solsticio de Invierno, pues a Astronomía no hay quien le gane. Y si es en Biología, no sé qué están esperando los que conceden los premios Príncipe de Asturias. Porque la segunda autoridad municipal se nos ha revelado como primera autoridad mundial en materia de almejas. ¡Lo calladito que se tenía que era todo un experto en Bivalvología!

Nos hemos enterado de ello gracias a la almeja. No, no piense mal, so satirón, que me refiero a la almeja propiamente dicha, no a aquella letra procaz que le puso José Antonio Blázquez al «Romance de la Reina Mercedes»: «Y a Mercedes besó en la almejilla,/pues son los niños/ primos hermanos». El señor Torrijos es el que más sabe del mundo de almejas propiamente dichas, nada de cochinerías de los bajos y del pilón: de bivalvos lamelibranquios. Usted, sobre una almeja, todo lo más que llega a saber es si la prefiere a la plancha o a la marinera, cuando el camarero le pregunta cómo quiere la ración que ha pedido. Apurando mucho, llega a distinguir entre la chirla y la almeja de carril. Pero nunca se ha planteado, como ha hecho el señor Torrijos, y científicamente, un problema tan acuciante para España y tan grave para Sevilla cual es determinar la ideología de la almeja. La almeja, ¿es de derechas o es de izquierdas? La almeja, ¿es progresista o es conservadora? Tras muchos años de estudio y concienzudos trabajos de campo, el ilustrísimo señor Torrijos ha encontrado, ¡eureka!, la solución a este problema que le quitaba el sueño a la Humanidad. Como Newton con la manzana, Arquímedes con la bañera o Fleming con los hongos, ha formulado el Principio de Torrijos, que de ahora en adelante habrá de figurar en todos los tratados de Biología, y que dice en su enunciado científico lo que merece los honores de un punto y aparte y unas comillas:

«Las almejas son de derechas porque echan el chorrito de agua a la derecha».

¿Cuántos cientos de miles de almejas ha tenido que observar el estudiosísimo señor Torrijos para llegar a esta importantísima conclusión? Otros, en sus horas libres, se dedican a jugar al golf en el Zaudín, a machacarse en el gimnasio de Galispor o a hacer fútin por Nueva Torneo. El señor Torrijos no pierde el tiempo en esas fruslerías y se aplica a la atenta observación de la almeja, para resolver de una vez para siempre el grave problema de la determinación de su ideología.

Loor y gloria, pues, a tan sabio descubridor. El Principio de Torrijos nos explica, de momento, todos los problemas de Marisquería Municipal que teníamos planteados y que ni Micer Robles, máxima autoridad en Pinceladas, acertaba a resolver. ¿Por qué el concejal progresista se pone púo de bogavantes, de langostas y de cigalas de tronco y, en cambio, desprecia el almejerío y el mojamiento de pan en su salsa? Muy sencillo: porque las almejas son de derechas, y en cambio los bogavantes y los citados crustáceos son de izquierdas, porque echan por delante la pinza de la izquierda, vamos, que ni la muleta de El Cid. Y no como la babosa y rastrera almeja, que la tía es tan facha que echa el chorrito de agua a la derecha.

 

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