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El Ave Sevilla-Madrid, en Santa Justa |
Si es por Ave, pregúntenme lo que quieran. ¿Será por Ave? De
tanto usarlo, como el amor que canta Rocío Jurado, un día de éstos me entregarán el
título oficial de Hijo Predilecto del Ave. Al igual que siete mil millones de andaluces
que lo tomamos cada día para ir a hacer mandados a Madrid, en este Estado de las
Autonomías donde sigues teniendo que ir a hacer mandados a Madrid, lo sé todo acerca de
los mejores asientos del Ave y los peores, las ventajas de la Clase Club y los
inconvenientes telefónicos móviles de Preferente, los coeficientes oficiales de monjas
por metro cuadrado en Turista y los índices de consumo de bocadillos de mortadela en la
cafetería.
Como experto en Ave tengo que tranquilizar
a la nación española sobre las voces que se han oído acerca de ciertos gatuperios en
las adjudicaciones de la línea que están construyendo para que podamos llegar en dos
horas de Madrid a Barcelona y se vaya el puente aéreo a tomar por saco como se fue el
aeropuerto de San Pablo. Estas cosas de los chanchullos las da el Ave, como Astorga da
mantecadas y como Guijuelo da jamones. Los usuarios andaluces estamos curados de espanto
de esto intrínseco a la alta velocidad. Su mismo nombre lo indica: alta velocidad para
llevárselo calentito o alta velocidad, en este caso, para cesar a los mangones.
Lo peor del Ave, empero, no son los
chanchullos. Ni incluso los teléfonos móviles, con ser ambos terribles males endémicos
del tren. Lo peor es la comida a bordo. La corrupción tiene arreglo. Se depuran
responsabilidades políticas o penales, y listo. Pero aunque se depuren, queda lo peor:
las comidas. En el Ave Sevilla-Madrid sirven unas comidas tan infumables que no sé cómo
no ha intervenido ya la OTAN por razones humanitarias. Por menos bombardearon Kosovo. El
almuerzo se salva algunos días. Ponen una blanqueta de pollo a veces que se le da a un
perro y, si el animal tiene mucha hambre, se la come. Pero el desayuno, aparte de
incomestible, es completamente absurdo en la tierra del carajillo, de la tostada con
manteca, de las porras y de los churros. Un desayuno para suecos o para americanos de
Texas, pero, eso sí, folklorizado por Alvalle. Son las once de la mañana, estás
deseando tomarte un café, y la azafata te pregunta:
-- ¿Va a tomar gazpacho?
--¿Cómo gazpacho, señorita? ¿Usted ha
visto la hora que es?
Ah, claro como en casa. En casa todos los
días desayunamos con gazpacho, faltaría más. Y lo peor viene luego, cuando llega la
quiche de puerros, la tortilla granjera. ¿En el desayuno? Sí, en el desayuno. En vez de
desayuno con diamantes, desayuno con tortilla de espinacas o con crepe de pollo, le leche
que mamaron.
Por eso, como experto, os aviso, futuros
usuarios del Ave de Barcelona. Esto de las corrupciones forma ya parte del paisaje del
trazado, como los túneles o los puentes. Lo malo, lo verdaderamente espantoso viene
después, cuando el Ave ya está en funcionamiento y hay que desayunar.
Sobre el AVE, en El RedCuadro
Desierta España
Las habas del Ave
La venta a bordo del Ave
Santa Justa,6; San Pablo,0
Cuando el Ave era el Talgo |