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Cada
tiempo tiene un nombre. Y cada momento. ¿Se acuerdan tras la
transición, cuando todos hablábamos del Desencanto? Qué
pesadez de Desencanto. Y qué éxito de lenguaje coloquial
político el título de aquella película de la saga de los
Panero, que son como Silvio el Rockero pero con padre poeta
oficial del franquismo. Quizá en Andalucía nunca hayamos
salido del Desencanto, a pesar de expos, olimpiadas y otros
sueños que dan colocación a unos pocos y zanahorias en la
punta del Palo y del Limonar a los demás. Aquí en Andalucía
siempre es como en los sermones de los curas antiguos, que nos
prometían la felicidad para la otra vida, nunca para la
presente, que es un valle de lágrimas, de subida de las
hipotecas, de la gasolina y de todo lo que no tiene que subir...
Estamos, probablemente, en el desencanto de la
autonomía, pero no lo sabemos, a pesar de los diagnósticos tan
certeros que con ocasión del aniversario del fusilamiento de
Blas Infante emitió el Doctor Ignacio Camacho, de la Academia
Sevilla de Doctores Tiene la Iglesia. O quizá no es desencanto.
Es desgana. La palabra la ha puesto Javier Arenas, como un
Linneo clasificador de especies raritas de coleópteros
australianos. La desgana. Lo que tiene Andalucía en todo lo
alto es la desgana. O las ganas de Manuel Chaves de aplicarse a
sí mismo el Himno de Andalucía: "Los socialistas
andaluces queremos volver a ser lo que fuimos". Que lo
fueron todo, no se olvide. Menos en la sede primada de Toledo,
aquí había un socialista en cada centro de decisión, y con
José Bono incluso no estoy muy seguro de lo que he dicho de la
sede primada de Toledo.
Volvemos de los baños en el habitual
embotellamiento de Chiclana, en el corte de carretera de Conil,
en la romería de Tarifa, qué cruz viaria la del andaluz, esto
sí que es un vía crucis, y nos encontramos de cara con la
desgana, como la Niña de Puerta Oscura se dio de cara con él
en la copla. La desgana y la manga por hombro de las mangas y
capirotes. Canal Sur hace un chaparrón de meses que no tiene
baranda, a pesar de lo cual sigue funcionando exactamente igual
de mal y de ordinario. El problema más importante que tiene
Andalucía, si nos fiamos de la desgana de Chaves, no es el del
agua, los riegos del campo y esas cosas que denuncia Pepe Olla,
sino el submarino inglés y encima nuclear de Gibraltar. Eso ya
lo dijo Antonio Banderas, señor Chaves, nada más llegar a
Marbella. Y sin desgana, sino con Melanie Griffith al lado que
tiene más mérito, estar al lado de ese pedazo de señora y
acordarse del jodido submarino.
Andalucía, en esta vuelta al cole, se nos
aparece así como ha sido descrita por Arenas, con desgana,
inapetente. Fláccida y pendulona, que diría Cristina Tárrega
desde su canal en el Canal, entre sonrisas sinvergonzonas del
niño de Paco Pérez que en Gloria esté. Lo malo no es lo de
estos días. Lo peor es que nos espera, qué horror, todo un
curso así. En el fútbol tenemos al comienzo de esta Liga de
los Estrellados la gran metáfora de la desgana. Media Segunda
División es andaluza: Recre, Jaén, Córdoba, Betis, Sevilla...
El Málaga sí que está en Primera, pero los andaluces no
malagueños lo contemplan con desgana. Esta Andalucía de
Segunda tiene desgana hasta de sí misma. Confirmo lo dicho por
Ignacio Camacho en el cabo de año de Blas Infante y añado: lo
que tiene perdón de Dios es que a los andaluces nos han quitado
hasta la ilusión de serlo.
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