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Es como si a estas altura de curso Di Stéfano dijera que va a jugar con los
juveniles del Real Madrid para acabar con la deuda florentina. Me refiero a Manuel Chaves,
ese muchacho de las Juventudes Socialistas que dice que no encuentra razón ninguna para
no volver a presentarse como secretario general del PSOE de Andalucía. Otros podríamos
encontrar cinco mil millones de razones para que no se presentara, pero el tapado de
González en la presidencia del partido se proclama discípulo de otro Felipe, del
Felipito Takatún de Joe Rígoli, al decir: "Yo sigo..." Pues nada, hijo, por
mí, sigue. La de jornales ganados que nos vas a seguir dando a los articulistas. Y,
además, que así vamos camino del Guinnes, puesto que en mi tierra se obrará el milagro
de que la renovación de un partido la van a realizar los que lo pusieron más visto que
el TBO. ¿No se renueva Peret? Pues naturalmente que Chaves sigue rumba que rumba con la
lágrima que cayó en la arena el día que dimitió quien lo mandó a Andalucía como
candidato a palos, pero, ya se sabe, cariño le toma el preso a la reja de la cárcel y
adicción el baranda al sillón. Chaves, que supongo no tiene
abuela, ha proclamado: "Mi liderazgo es indiscutible". Se deja la barba en vez
de dejarse la cabeza, se viste de verde oliva, lo dice delante de una botella de Havana
Club y estamos en Cuba. Adiós, Fidel Castro... Ya decía yo hace un chaparrón de años,
cuando la dictadura, que Andalucía era el Tercer Mundo. Lo que no sabía es que, llegada
la democracia, no sólo iba a seguir siendo el Tercer Mundo de las pateras, sino que,
encima, iba a tener dirigentes bananeros, jefes que siempre tienen la razón. Tan
incontestable es el liderazgo de El Indiscutible que hasta muertos hay en las bullas que
se forman para dejarlo todo y seguirle. Ahora me explico lo que ocurrió en Sevilla cuando
las carreras y estampidas de la Madrugá de Semana Santa. Perfectamente. Era que se
corrió la voz de que habían visto a Chaves contemplando el paso de la Macarena y la
gente se lanzó en tropel, ansiosa para seguirle, para tocar el milagroso e indiscutible
manto de su púrpura. De la que viven todos los que están a sus órdenes, colocados en la
mayor industria de Andalucía, que es la Junta. Indiscutible no es solamente lo que no se
discute, sino lo que no se puede discutir. El que discute el liderazgo y se mete en
aventuras de primarias, de Borrell o de Zapatero pone gravemente en peligro sus
habichuelas y el pan de sus niños. Chaves es indiscutible porque aficionados a perder la
tela de la mamela de la tutela hay muy poquitos. El artículo 1, como se sabe, dice que el
jefe siempre tiene la razón. Y al que lo discute, se le aplica el artículo 2, que dice
que cuando el jefe no tiene la razón, se aplica el artículo 1. Sin salir del Tercer
Mundo, creo que a Bokassa tampoco lo discutía nadie.
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Biografía de Antonio Burgos
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