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Es
de cine, pero también un poquito de alucine. Hablo del rodaje
de la segunda parte de "La guerra de las galaxias" en
Sevilla, ciudad que por cierto da muy mal en el cine, donde
pinchó hasta el propio Luis Buñuel cuando vino a hacer
"Ese oscuro objeto del deseo". Tanto hablar de la luz
de Sevilla, y a efectos de cine, Sevilla da una luz Cifesa, una
luz ferraniacolor, una luz Jorge Mistral, una luz Carmen
Sevilla, que todo lo convierte en tópico para Paradas en
"Cine de barrio". Llegas a Venecia y te quedas
encantado, y cuando la ves en el cine, compruebas que la cámara
ha captado toda la hermosa decadencia que viste. Llegas a Cádiz
y quedas cautivado por la ciudad, y cuando la ves en el cine,
compruebas que la cámara ha captado hasta la gracia del aire
que ahora espera a los correlimos que cada año escriben sus
nubes de revoloteos en forma de signo de interrogación en torno
a la cúpula de la Catedral más fotogénicas de España.
George Lucas se ha venido a Andalucía a rodar
exteriores para lo suyo de "Episodio II". Tratándose
de cosa de naves espaciales, de ciencia ficción, de platillos
volantes, cuando me enteré que Lucas venía a rodar la
"Guerra de las Galaxias 2" me dije:
-- Menos mal que va a servir para algo tanto
platillo volante como últimamente se ha construido en
Andalucía...
Yo creía que, por ejemplo, Lucas iba a
aprovechar para su peli el platillo volante que pusieron junto a
la Alhambra, en forma de discoteca del Rey Chico. O que iba a
aprovechar como platillo volante el Pirulí de La Habana que
Vázquez Consuegra hizo en esa Habana con más salero y más
platillos volantes del Instituto Drago y de las casas de Alvaro
Siza en el barrio de Santa María que es Cádiz. Creía que
Lucas venía buscando los platillos volantes de la arquitectura
contemporánea cordobesa, o la flota de platillos volantes que
dejó edificar Gil en Puerto Banús. Y pensé que, si se trataba
de Sevilla, Lucas es que se podía hinchar de platillos
volantes. El problema de Lucas, pensé, va a ser qué platillo
volante elegir: si el platillo volante que se hicieron los
arquitectos para sede colegial, si el platillo volante de Saenz
de Oiza llamado Torre Triana, si el platillo volante de Moneo
frente a la Torre del Oro, si los siete mil millones de
platillos volantes costosísimos que quedaron abandonados en la
Cartuja.
Pero nada de eso. Llega George Lucas, el tío,
y va se mete en la plaza de España, como si fuera el autobús
de unos turistas o de una excursión del Imserso, en plan
"Lawrence de Arabia". Se mete en la postal, en el
tópico, en el azulejito y en la rejita, como si estuviéramos a
la altura de "Currito de la Cruz" o de "Debla, la
Virgen Gitana". Y desprecia todos los platillos volantes de
Andalucía, con la cantidad de platillos volantes que se han
hartado de hacer aquí los arquitectos.
Desde luego que tiene que haber alguien que no
se ha enterado. No sé muy bien si es George Lucas o si son los
arquitectos de los platillos. Porque con lo que sabe George
Lucas de platillos volantes, es una bofetá sin manos para tanta
modernidad de PVC y tanto progreso de mármol de Macael que
venga el tío de la "Guerra de las Galaxias" y se vaya
a la Plaza de España, como si fuera el remero de una canción
de José Luis Perales.
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