El añadido de los pesares es, naturalmente, nuestro. Esa es la realidad del turismo andaluz. Andalucía está así turísticamente no gracias a la Junta, sino a pesar de la Junta. Adjudicarse todo eso en el haber de la gestión turística es como si en el Día Mundial del Turismo la Junta dijera que gracias a ella hay nieves perpetuas en Sierra Nevada o que el litoral de Huelva tiene los más bellos 365 atardeceres malvas y juanramonianos cada año. Si el turismo andaluz es cuanto es, se ha logrado a pesar del Ministerio de Información y Turismo cuando la dictadura y a pesar de la Consejería de Turismo cuando la Autonomía de la Desgana. Andalucía es turísticamente rica por su casa, por su pasado. Hurtado no ha movido gracias a Dios un dedo para que Granada tenga la Alhambra, Sevilla la Giralda, Córdoba la Mezquita, Málaga la Costa del Sol, Huelva la orilla de las tres carabelas y así sucesivamente todo el poema de Machado el Bueno. Y cuanto se ha hecho de infraestructura hostelera en esos maravillosos pasos de perdices, como se dice en el argot del gremio, no ha sido obra de la Junta, sino de la iniciativa privada, y a pesar de la burocracia que siempre está prometiendo la ventanilla única que nunca acaba de llegar.

Sí, ya sé. Estamos en la sociedad del libre mercado, donde la iniciativa privada debe hacer estas cosas. Los paradores nacionales de turismo se hacen en las dictaduras, no en las democracias. Por descontado. Pero en las democracias el poder público debe fomentar, por ejemplo, la red de carreteras, para que el turismo vaya y venga y deje el dinero a los particulares, que es dejarlo a la sociedad toda. En el 92 se hizo aquí la Biblia en pasta, Ave incluido, cierto. Pero, ¿qué se ha hecho desde el 92, aparte de reparar esa Autovía del 92 donde el asfalto se fue en los maletines? A pesar de cómo está la N-340, el borde litoral de Cádiz es un río de oro, de Chiclana a Sotogrande. ¿Cómo sería de tener unas carreteras en condiciones? Y quien dice carreteras dice protección a la gallina de los huevos de oro del medio ambiente. La Junta, no se olvide, es la que permitió que Gil convirtiera Marbella en un lamentable Benidorm, la que está detrás de la amenaza de Punta Umbría, la que ha consentido la destrucción y amazacotamiento adosado del paraíso de Sancti Petri.

Dicen que el turismo es la primera industria andaluza. No. La primera industria andaluza es la Junta de Andalucía. Que es la que se tenía que ocupar de las carencias de infraestructura del Turismo. Claro que si los veinte mil millones de turistas vienen por el encanto del Tercer Mundo, no he dicho nada y me como este articulo con un tinto de verano en el primer chiringuito con moscas, chillidos y raspas de sardina por el suelo que me encuentre tras dos horas de embotellamiento en Chiclana.

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