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Va
Aznar por los jardines de la Moncloa. Camina con Prego, Ramírez
y Abadillo. Como Aznar es presidente del Gobierno y los tres
caminantes son periodistas de una pieza, no le acosan con la
alcachofa mientras caminan. Se sientan luego los cuatro en una
mesa oval, sacan las grabadoras y el presidente del Gobierno de
España (de España, sí, ¿pasa algo?) larga lo que tiene que
largar, lo que en esta mañana dominical pican y repican las
campanas de las radios.
Eso ocurre con Aznar, que es presidente del
Gobierno. Invita a los periodistas que se sienten, que saquen
tranquilamente las grabadoras. Compárenlo con el señor Flores
(don Antonio David), que no es presidente del Gobierno, sino un
mangón expulsado de la Guardia Civil. O con la señora Flores
(doña Mar), de la que no conocemos más méritos que sus
trabajos sobre los productos de la casa Flex. Obsérvenlos
cuando llegan a Barajas o a Atocha y sin causa justificada les
acercan todo un jardín de alcachofas de televisión. ¡Cómo
corren mientras hablan a las cámaras, casi siempre carrito de
maletas en mano! ¿Por qué corren? ¿Qué tienen que hacer tan
urgentemente? ¿Qué altos asuntos de Estado ocupan su agenda?
¿Por qué esos presuntos periodistas se rebajan a tener que ir
andando de espaldas ante un convicto o una profesional de la
nada para obtener unas declaraciones sobre asuntos tan
importantes como el destino de un coche recién adquirido o el
despido laboral en la agencia de un API? Tendría que recurrir a
la hermosa panoplia verbal de Raúl del Pozo para calificar a
esta tropa de abogados abyectos, busconas de lujo, madres
solteras que hicieron el negocio de su vida con un coito. Para
describir al gremio de estos lamentables peripatéticos que
llenan las televisiones a toda hora, desgranando sus solemnes
imbecilidades a las cámaras mientras caminan con prisa, siempre
con mucha prisa.
Corren porque allí no cobran. Mas cuando van
a "Tómbola", ay, bien quietecitos que se están: el
cubano de la verga, la extraterrestre del vídeo de la piscina,
la que es famosa por ex yacente con falso cura. Son los
peripatéticos de este nuevo aristotelismo, descrito genialmente
por Massiel: hablan de los coitos ubriqueños como de
estatuillas del Oscar ganadas en Hollywood. En sus paseos en
torno a ese nuevo templo de Apolo Liceo que es la Televisión,
los nuevos peripatéticos, en su deambular, han subvertido todo
un orden de valores. ¿Para qué trabajar? ¿Para qué estudiar?
Aquí lo único importante, Massiel, es que te vendimie varias
veces un señor y después lo cuentes, mientras corres que te
las pelas por Barajas, por Atocha. Que te las pelas por las
pelas que vas a cobrar luego en "Tómbola", canal
público, público dinero. Patética España que le da pantalla
y micrófono a los peripatéticos.
También sobre el famoseo,
en El RedCuadro:
Clase
de Física de famosos
SI TARDA EN
BAJAR, PRUEBE LA PRÓXIMA VEZ EN OTRA VERSIÓN, PINCHANDO
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