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                Menos
                mal que ya no está de moda lo de "la tierra para el que la
                trabaja". No por nada, sino porque media España iba a
                pasar a ser territorio de Ecuador o de Marruecos, como un
                inmenso Gibraltar sin submarino. Y como ya no se oye el viejo
                grito libertario de la tierra, tampoco se habla de los
                latifundios, salvo cuando Antonio Pérez Henares pone al día el
                catastro de Pascual Carrión y resulta que el mayor propietario
                de tierras no es ya la Casa de Alba, sino Samuel Flores, o un
                nuevo rico que ha hecho el dinero precisamente recalificando
                fincas rústicas y al que no conoce nadie.
                 En ese tópico español del latifundio como inmenso coto del
                terrateniente, entre canción de Paco Ibáñez y estudio de
                Ramón Tamames, se nos van vivos los nuevos latifundios. No
                hablo sólo de los latifundios de las nuevas tecnologías.
                Telefónica, por ejemplo, es un latifundio. Villalonga dejó
                Telefónica como cuando le expropiaron "La Almoraima"
                a Ruiz Mateos. Hablo de los latifundios de la fama, que existen
                y donde todos somos siervos de la gleba. El "¡Hola!",
                para el que lo trabaja, corazón. Las profesionales del famoseo
                acceden a la propiedad de la tierra mediática como aparceras
                del que se llevan al huerto y acaban comprando su cortijito, del
                que ya viven el resto de sus días. 
                Las finquitas de la fama de los recién llegados suelen ser
                como los lotes de colonización que daba Franco: apenas dan para
                comer a una familia. En esto también están las casas de toda
                la vida frente a los nuevos ricos. Si Chani hiciera la lista de
                los latifundistas de la fama, le saldría un escalafón con
                Julio Iglesias, con Plácido Domingo. Y con Rocío Jurado. Sobre
                todo, con mi querida Rocío Jurado, Reina Midas de la fama, que
                convierte en oro de popularidad cuanto toca. No es un culebrón,
                como le dicen los malnacidos. Lo está pasando tan mal
                últimamente la pobre Rocío, la buena de Rocío, que ponemos
                unas clámides por allí y unos coturnos por aquí y lo tiene
                que representar Tamayo en el Teatro de Mérida, porque es una
                tragedia griega. Y como las lágrimas son de verdad,
                desgraciadamente, todo lo que se relaciona con Rocío rompe los
                techos de las audiencias televisivas. Su boda con Ortega Cano o
                la boda de su hija Rocío Carrasco batieron marcas de audiencia
                en el "Corazón, corazón" de Cristina García Ramos.
                Ahora, en la plusmarca de la desgracia, el pobre de Pedro
                Carrasco ha vuelto a batir ese récord de audiencia. ¿Como el
                boxeador español más importante del siglo? Ay, no, pena,
                penita, pena: como primer marido de Rocío. Como Raquel
                Mosquera, como Antonio David, como hasta Juan de la Rosa, Pedro
                Carrasco estaba tocado por el dedo creador de Rocío, en la
                Capilla Sixtina de los medios. Así que, Rocío, hija, a ver si
                pasa esta mala racha y no barres más audiencias con tu
                latifundio de fama, del que viven tantas familias. Que lo que te
                mereces por tu arte y por tu corazón de buena gente no es este
                latifundio mediático, sino una paz tranquilita de Yerbabuena... 
                Sobre
                Rocío Jurado, en El RedCuadro: Canciones para Rocío Jurado 
                 La Jurado y la Pantoja  
                Rocío Jurado
            canta el Himno de Andalucía  
                Rocío
            Jurado rinde homenaje a Lola Flores  
                Hemeroteca de
                artículos en la web de El Mundo    
                Biografía de Antonio Burgos     
                 
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