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Espero
que usted será otro encantado (gracias, igualmente) cuando
termine de leer este artículo. Porque estoy encantado con la
fiebre aftosa, que del terror del milenio de las vacas locas
hayamos pasado a esta psicosis aftosa. No sabe Badiola lo que se
lo agradecen nuestros estómagos a la hora de almorzar, con el
telediario puesto. Antes, con las vacas locas, es que se te
quitaban las ganas de comer. Te entraban unas arcadas... Los
parrilleros de la TV no tenían mejor hora que la del telediario
del almuerzo para tapar la noticia de la vaca loca que leía el
locutor con imágenes de archivo de gandingas y mondongos.
¿Cuántas horas de gandingas y mondongos a la hora de almorzar
llevamos contempladas desde que empezó la epizootia, que no
epidemia? ¿Cuántos días nos quedamos sin probar bocado por
las gandingas y mondongos?
En cambio ahora, con la fiebre aftosa, es una delicia. Hemos
pasado de los desastres de Goya al mundo idílico de Walt
Disney. En lugar de aquella
vaca inglesa y
vieja, la que renqueante caía al suelo la pobrecita antes de
que pasaran las secuencias de mondongos y gandingas, ahora
salen unos terneritos que son una delicia, unas ovejitas luceras
divinas, en unos paisajes ideales, de verdes praderas. El
ternerito melocotón es que dan ganas de llevárselo a casa. Y
con esos prados, ¡entran unas ganas de comer! Así que con tal
de que no me fastidien lo de José Tomás el Domingo de
Resurrección en Sevilla, ¿que quieren que les diga?, yo estoy
encantado con la fiebre aftosa.
Lo que no me acabo de explicar es la tontería que sale
luego, la de los aeropuertos. Eso de que hasta a la Reina Madre
de Inglaterra le hacen pisar la alfombra impregnada en el
desinfectante. Nos hemos hecho íntimos amigos de esos turistas
de la fila de la imagen de archivo que ponen cada día, los que
llegan a Barajas y pisan si hay que pisar la alfombra que ha
fumigado el tío del aparato, el mismo que escamonda luego las
ruedas de los camiones en La Junquera. Pero ¿no ha pensado
usted también en los zapatos de las maletas? ¿De qué vale que
los que vienen de por ahí pisen las alfombras como posesos, si
en las maletas que nadie mira traen los otros zapatos, los de
menos vestir, que fueron precisamente los que se pusieron para
ir a la granja de primo Charles, que tiene un paraguas verde en
el jardín?
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Biografía de Antonio Burgos
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