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Tras
una rebullasca importante por el regio bastinazo en el discurso
del Día de Cervantes, la ministra de Cultura ha tenido que
reconocer en el Senado que la lengua y la cultura catalana
estuvieron perseguidas durante el franquismo: "Habla la
lengua del Imperio". La campaña electoral vasca ha
subrayado que el vascuence y la cultura vascongada estuvieron
prohibidos por la dictadura. De ahí, en el habitual movimiento
pendular, esta eclosión de lengua vascongada, que pisa la raya
de picadores de la ridiculez al escribir Carmona como Karmona.
En cuanto a Cataluña, tras muchos lustros de opresión y
persecución, los hechos diferenciales se manifiestan en la
bendita libertad cultural. Lo de Cataluña y el País Vasco con
todo lo suyo está clarísimo: como Franco prohibió todas esas
manifestaciones, ahora, en libertad y en democracia, se toman la
revancha.
Y a esta luz me explico lo de Andalucía, que me tenía
preocupado últimamente: esta asfixiante metástasis castiza de
nuestras señas más tópicas de identidad, que ignora las
raíces de lo culto y se regodea en lo folklórico. A esta luz
me explico que ahora haya más Semana
Santa, más Rocío,
más Feria,
más sevillanas,
más caballos, más toros,
más flamenco,
más copla
que nunca. Está clarísimo. Basta echar un vistazo a la
Historia.
Como la dictadura de Franco prohibió la Semana Santa, es
normal que ahora en la democracia los capillitas se tomen la
revancha. Ya es sabido que en la oprobiosa metían en la cárcel
a los nazarenos, y que los cofrades tenían que reunirse
clandestinamente para oír el pregón de Rodríguez Buzón. Por
eso ahora, claro, en compensación, te pegan un pregonazo en
cuanto te descuidas. En cuanto a la Feria, es también
completamente normal. Los grises cargaban contra los que veían
vestidos de flamenco. Son históricas, verbigracia, las carreras
de Anselma, corriendo vestida de flamenca delante de los grises,
la de noches que pasó la pobre en comisaría. La Brigada Social
desarticulaba las casetas como aparatos de propaganda andaluza.
De ahí, naturalmente, que ahora, como revancha, tengamos una
semana de Feria en Sevilla y dos semanas en Málaga.
Tres cuartos de lo propio digo del flamenco. Esta eclosión
se explica tras tantos años de persecución del flamenco, cuyos
militantes tuvieron caídas tan importantes como la Gazpacho de
Morón de 1967, que fueron todos directamente a la cárcel de
Ranilla. En cuanto a la copla, sabido es que los discos de
Manolo Escobar había que comprarlos clandestinamente, o
adquirirlos en nuestros viajes a Francia, que aprovechábamos
para ver en Perpignan las películas prohibidas de Lola Flores,
de Carmen Sevilla y de Luis Mariano. Y más duro fue lo de las
sevillanas. ¿Cuántos años se pasaron Los del
Río en Carabanchel, en cuyos calabozos
coincidieron con Los Hermanos
Toronjo, y los Hermanos
Reyes, pues la Social trincaba por colleras a todos los
que pillaran cantando aires de una fiesta tan prohibida y tan
perseguida como el Rocío? Qué tiempos aquellos, felizmente
superados, en que la Guardia Civil se apostaba por los caminos,
por la Raya y por el Q uema, para detener rocieros y confiscar
carretas...
Por eso es una maravilla que, reconquistada la democracia,
podamos los andaluces ejercer en libertad todas estas señas de
identidad que Franco trató de quitarnos y que nos prohibió
durante cuarenta años. De hartazgo, nada. Venga, más
folklore...

Triana
en la "Guía Secreta de Sevilla"
Triana:tradiciones
escritas en el palo de la cucaña
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