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Va
la Hermandad del Rocío de Cádiz
por toda la Avenida, paralela al soterramiento, camino de las
marismas. Pero no las marismas de esteros y camarones de porreo
de Puerto Real, sino las marismas del azul cielo del Coto. Y
delante de la carreta del Simpecado, con vara alta (varilla que
dicen en el "Cádiz Cofrade" los que le va la marcha
de Abel Moreno), Teófila Martínez vestida de rociera. Barby
del Puerto modelo rociero, que dirían sus adversarios.
Teófila, para ir de rociera, no tiene que ponerse zapatos
cómodos, las socorridas y carísimas alpargatas de Carmina
Ordóñez, que es profesional del camino. Teófila lleva todo el
año zapatones comodísimos de hacer el camino. Teófila hace
todos los días el camino. Varios caminos. El camino que le
lleva desde su casa del Puerto a los siete mil u ocho mil cargos
políticos que tiene, nunca los he contado, me parece que son
exactamente 7.352 según las últimas estadísticas, más este
cargo nuevo de Rociera Oficial de Andalucía. Pero el camino que
más hace la rociera Teófila es el que describía el pasodoble
de los olores de Cai de "Los Llaveros Solitarios" de
Rosado. Teófila, con sus zapatones de ver cómo está Cádiz y
de besar marías, se coge cada día desde el Ayuntamiento el
camino de la calle La Pelota, y como la cosa es bien sencilla
según la bibliografía del citado pasodoble, su naricilla de
montañesa le va diciendo que las rosas frescas del día la
llevan a la plaza de las Flores, derecha por Compañía, y que
los churros de La Guapa a la Plaza de la Libertad, luego a la
derecha y está en la Plaza de la Cruz Verde, donde el sentido
se pierde y etcétera... Doscientas marías besadas por la
alcaldesa.
De esta Teófila rociera me sorprende que nadie se extrañe
que la alcaldesa de la ciudad menos rociera de Andalucía cumpla
con el rito de Pentecostés. Una carreta del Rocío en Cádiz,
donde no nos sirve el caballo para ir a pescar, es tan extraña
como en la plaza de San Jaume de Barcelona. Más aun, porque en
Cádiz no hay charnegos, los charnegos son los montañeses como
Teófila. Pero la alcaldesa tiene que entrar por el aro, mirando
más a su candidatura a la presidencia de la Junta, pienso, que
a los rocieros gaditanos, que son cuatro gatos con tamboril.
Esta es la hora que nadie ha visto a Manuel Chaves vestido de
rociero, con su calzón de rayas, sus tirantes, su pañuelo
almonteño al cuello, su medalla, sus botos y su sombrero de
alancha, sobre el que el difunto Pepe Guzmán podría escribir
una de sus genialidades: imagínense, hacerle un sombrero de
alancha a Chaves... Teófila se viste de rociera no para hacer
el camino de Almonte, sino el camino de San Telmo. Hoy por hoy,
el Rocío une más a los andaluces, a todos los andaluces, que
el Estatuto de Autonomía. El alcalde de Málaga no tiene que
vestirse de panda de verdiales el Día de los Inocentes, ni el
de Sevilla de nazareno en la Madrugada, ni el de Jerez de
señorito Domecq en la Feria de Mayo, ni el de Jaén tiene que
acercar a su niño a las andas en la romería de la Virgen de la
Cabeza. Mas llega el Rocío y Teófila, que es tan lista, quiere
hacerse perdonar ante todos los andaluces que es alcaldesa de
Cádiz y demostrar que está plenamente integrada en nuestra
suprema seña de identidad, que es el Rocío. Los votos de cien
hermandades la esperan.
Así que no es falta de ortografía, sino sobra de sentido
político, esto de que los comodísimos botos rocieros de
Teófila se escriban con uve.
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