|
En
el Ave hay venta a bordo, el carrito que pasan como las balas,
que nadie mira y del que nadie compra nada, pero no hay
reclamación a bordo. Si usted quiere la hispánica hoja de
reclamaciones, le remiten a la oficina de Atención al Cliente,
ora de Atocha, ora de Santa Justa. Estaciones donde se llega con
el tiempo justo para irse a perder en la cola del taxi el tiempo
que se ganó con la alta velocidad y nunca se rellena la
reclamación. Por eso denuncié el otro día en la hoja de
reclamaciones de un artículo el
abandono en que estaba la sala de espera de primera de Atocha.
Hasta el punto de que creía que le habían puesto de mote Sala
VIP porque esa palabra era el acrónimo de Verdaderamente
Impresentable. Hablaba, no sé si lo recuerdan, de los retretes
guarros con las paredes manchadas, de la mugre ambiente...
Bueno, pues hay que decir en honor de la Alta Velocidad de
Renfe que aquel recuadro fue mano de santo. Tomamos prestada la
voz de un lector, también pasajero frecuente, para describir
sus efectos: "La Prensa cada vez tiene menos fuerza, pero a
veces sirve de algo un artículo escrito en tiempo y forma.
Pasé el otro día por la sala VIP de Atocha, y el artículo que
usted le dedicó ha tenido fulminante efecto: los servicios
están como una patena. Era hora punta y la sala en cuestión
estaba hasta los topes de ejecutivos y diputados del PSOE
regocijados por el éxito en las Cajas, pero el ámbito de
micciones ofrecía un aspecto inmaculado. Me acordé de su
artículo, me sonreí, meé a su salud y salí pitando. Ah, y
sólo me pidieron enseñar el billete a la entrada. No tuve que
mostrar la partida de nacimiento ni el certificado de buena
conducta."
Animado por este importantísimo logro del cuarto poder (de
poder miccionar con higiene), sigo con la hoja de reclamaciones.
Ahora voy con la calefacción de los vagones en el Ave. En estos
días de bajo cero, a veces hay que apartar los pingüinos que
están sentados en los asientos 3-A y 4-A del vagón 3 que le ha
correspondido a uno cuando se llega a tomar el tren. Se piensa
que una vez que arranque, aquello estará más calentito. Vana
esperanza. Corre el tren que se las pela, y por las rejillas de
aire, junto a los cristales, sale un fresquito que dará gloria
en agosto, pero repelús en diciembre. ¿Han puesto el aire
acondicionado en lugar de la calefacción? No lo pregunte ni a
la azafata ni al supervisor, que puede ocurrirle como a servidor
en el mencionado asiento del citado coche en el Ave
Sevilla-Madrid de las 10 de la mañana del 15 de diciembre, que
con cajas destempladas me dijo el jefe:
-- Pues si tiene frío, tráigase una manta de su casa...
Falta hace la manta con estos empleados tan mantas y tan poco
amables, que no saben que los andaluces somos frioleros hasta
los tuétanos, y que ya deberían haber entendido que en el Ave
se pasa frío. Frío de tren antiguo, cuando se va uno a la
plataforma de cualquier vagón y goza allí de unas rejillas de
calefacción que sí que dan gloria bendita por esas rendijas.
¿Tan difícil es poner a algo más de los actuales 20 grados
la calefacción del Ave? ¿No sabe la Renfe que ese tren lo
usamos preferentemente los andaluces, los más frioleros del
mundo? A lo mejor es por cuestiones estéticas. Llegas a Atocha
y ves que hay allí, junto a la cristalera enorme, un Papa Noel
con todos sus avíos, con su trineo y sus seis renos enganchados
a la larga. Ahí encuentras la clave del frío que vienes
pasando desde Córdoba y Puertollano: los de Renfe mantienen esa
temperatura de tiritera en el Ave para que no se les enfaden los
renos de Papa Noel. Y a los andaluces frioleros que pagamos
nuestro dinero, que nos vayan dando...
Sobre el Ave, en
El RedCuadro:
Puerta
de Atocha
El Ave y el PER del famoseo
Lo peor del Ave
La venta a bordo del Ave
Cuando el Ave era el Talgo
El revisor del Ave
Desierta España
Ave: azafatas con minifalda y sin Manolo Escobar
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|