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Tras
la sentencia de los fondos reservados, el "cherchez la
femme" del clásico hay que cambiarlo por el "cherchez
le beau-père". No se sorprendan tanto por la inexistencia
de responsabilidades políticas primero y penales ahora, y
busquen al suegro, que en el suegro está la clave. El suegro
ferretero, naturalmente. Tengo que coger el tocho de la
sentencia y estudiármelo a fondo, pim, pam, para formular mi
apreciación con todo fundamento jurídico y aspirar a que me
den la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort en la próxima
tómbola de melladas con motivo del Día de la Constitución.
Pero por el meollo de los resultandos y los considerandos del
fallo, intuyo a bote pronto que la Audiencia Provincial de
Madrid ha sentado jurisprudencia, que habrá de ser tenida en
cuenta no sólo por los tribunales españoles, sino por todos
los del mundo, que la mirarán como faro de Justicia y espejo de
equidad.
La Audiencia de Madrid se ha inventado en su sentencia una
circunstancia agravante hasta ahora no contemplada en Derecho:
la de suegro. Igual que hay alevosía, nocturnidad, descampado,
cuadrilla, desprecio de sexo, en el futuro será tenida en
cuenta la circunstancia agravante de suegro, sobre la que los
estudiosos de la ciencia jurídica empezarán desde hoy mismo a
escribir tomos así de gordos, aunque esté feo el señalar.
No sé con qué nombre pasará a los futuros códigos esta
circunstancia agravante. Unos dirán que es la suegridad; otros,
más apegados al Derecho Romano, la llamarán "socridad",
de "socrus", suegro. Pero la figura jurìdica está en
el ruedo de las sentencias, uno, dos y tres, tres banderilleros
en el redondel. ¿Cómo que si está? De otra forma no puede
explicarse que Corcuera y Barrionuevo se hayan ido de rositas y
que, a la verita suya, a Vera no le haya caído la perpetua
porque no hay que, si no, le cae. Vamos a ver, ¿no era común
el cajón de los bien dotados fondos de la Seguridad del Estado
donde todos metieron la mano? ¿No estaban a su mando los
funcionarios a los que regalaron los sobresueldos, las esposas
agraciadas por la elegancia social del regalo de ora una
gargantilla, ora una pulsera? ¿No eran Corcuera y Barrionuevo
los barandas y Vera un simple mandado? ¿Por qué entonces los
máximos responsables políticos de Interior salen limpios y en
cambio a Rafael Vera le meten siete años para el chaleco, un
año por cada uno de los niños de Ecija? La cuestión es muy
clara: por la circunstancia agravante de suegro. En la vista
oral no ha podido demostrarse que ni Corcuera ni Barrionuevo
tuvieran suegro. De ahí la sentencia absolutoria. En cambio,
Rafael Vera no solamente tenía suegro, sino que además era
ferretero. En el futuro, la ferretería será una circunstancia
tan agravante como la alevosía. Y en cuestiòn de ferretería,
ya saben: Barrionuevo y Corcuera, ni clavo.
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